Vivir a ciegas es un gran inconveniente pero, mayor problema es que las instituciones no ayuden y faciliten las cosas a las personas con discapacidad visual. Para ponerse en el lugar de una persona ciega en la rutina de la ciudad, solo basta con un minuto de vuestro tiempo. En cualquier cruce de vuestro barrio, cuando os paréis para cruzar, cerrad los ojos e intuid cuando tenéis que cruzar. Una vez hecho esto, abrid los ojos y mirad la luz del semáforo para ver si habéis acertado. Esto es lo que le sucede a un ciego a la hora de cruzar una calle, pero no puede comprobar si su intuición es cierta y en muchas ocasiones se juega la vida al cruzar por un paso de cebra que no es accesible.