Vergonzoso estado de Marqués del Nervión

Bache en Marqués del Nervión

Mi calle es Marqués del Nervión. Una muestra de lo que el olvido por parte de las administraciones puede provocar en una arteria fundamental del barrio. En la zona que va de Eduardo Dato a Ramón y Cajal se suceden los baches, las aceras rotas, los alcorques de árboles reventados, los parches de cemento y los desniveles. Es una calle herida y maltratada a la que nadie escucha.

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Llevo viviendo más de 20 años en esta calle y todavía no he visto que las autoridades se preocupen por una arteria importante que da el nombre al distrito entero. Marqués del Nervión es la gran olvidada del barrio y, mientras vemos cómo se van arreglando una y otra calle cercana, esta siempre permanece igual desde hace décadas.

Es vergonzoso ver los parches que van superponiéndose en el asfalto, uno tras otro, como si esa fuera la forma natural de arreglar una calle. De Marqués del Nervión nunca desaparecen las vallas, una vez tras otra se levanta la calle para acometer obras de saneamiento, pero cuando las obras terminan, lo que queda es un nuevo bache, un nuevo desnivel. El último arreglo, el de Santa María Mazzarello casi en el cruce con Villegas y Marmolejo. Los operarios municipales han salvado el desnivel histórico del acerado, pero casi ha sido peor el remedio que la enfermedad. Las obras solo han consistido en poner sobre las losetas una plancha de hormigón que el día de mañana se convertirá en un campo de baches. Una chapuza.

Las pruebas de esta desidia están a la vista de todos: socavones frente al Bar Prensa, árboles que levantan el asfalto frente al número 116, parches y más parches en el cruce con la calle que lleva hasta las Salesianas, una acera que ha desaparecido en la zona Juan de Juanes por unas obras que parecen no acabar nunca… Los vecinos de Marqués del Nervión merecemos algo más, merecemos que nos escuchen y que se de una solución a esta calle que está en un estado lamentable. No queremos más chapuzas hechas a lo loco y sí un acerado por el que caminar no sea una aventura.

Ángel Hernández es estudiante

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