El ruido de unas obras necesarias

Los comerciantes del mercado de Las Palmeritas ven deficiencias en su rehabilitación

No sólo los comerciantes de Las Palmeritas están descontentos por las obras de adecentamiento del mercado, también lo estamos los vecinos que venimos aguantando ruidos desde media tarde hasta las 2 de la madrugada, ya que durante la mañana se encuentra abierto al público. En una época en la que dormimos con las ventanas abiertas, el ruido que producen las herramientas y maquinarias que utilizan se hacen insufribles, sobre todo para aquellas personas que deben de levantarse al día siguiente temprano para trabajar.

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Como clientes que somos del mercado, conocemos el estado del mismo y eran más que necesarias las obras, es más, lo ideal hubiese sido derribarlo y levantar uno nuevo digno después de 40 años de provisionalidad como aparece en una de las entradas al mismo, con las comodidades necesarias para comerciantes y clientes, homogeneización de los puestos, lo que viene siendo unas instalaciones decentes… Y qué decir de ese techo metálico que ya ha sido reparado en varias ocasiones y que ni siquiera será tocado.

Y yo me pregunto, ¿no hubiese sido mejor haber cerrado las instalaciones durante el mes de agosto, aprovechando que algunos comercios estaban cerrados por vacaciones y la baja presencia de clientes, para realizar las obras? O en todo caso buscarle a los comerciantes un lugar provisional donde seguir vendiendo el género (por cierto, excelente donde los haya), evitando así estos ruidos nocturnos que venimos aguantando y no sólo eso, sino también las posibles molestias que puedan suponer a los comerciantes las propias obras, aunque no coincidan en tiempo, y posibles caídas que puedan sufrir las personas que vayan al mercado al estar el suelo levantado y con tablones para salvar las consecuencias propias de una obra.

No es cuestión de quejarse así por así, hace unos meses terminó la obra de construcción de un gimnasio para el IES Beatriz de Suabia, de una envergadura inmensamente mayor a la del mercado y también necesarias para el centro educativo, que hemos aguantado de forma filosófica y conviviendo sin problemas, no más allá de las que supone una obra de esa envergadura en temas de ruidos, aparcamientos y tráfico a unas horas en la que no resultan ser tan molestas por el trajín diario de la mañana y la tarde en esta zona tan concurrida del barrio.

Esperemos que al finalizar las obras no digamos eso de «muchos ruidos y pocas nueces» y se vean las mejoras de forma notable.

Jesús Daniel Oliva de Madariaga

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