Los héroes del incendio de Vilima siguen esperando su plaza en Nervión

La placa efímera que no duró ni 24 horas en el Mercado de la Puerta de la Carne.

En febrero de 2018, el pleno del ayuntamiento aprobó que los bomberos Del Toro y Rivero tuvieran una plaza en la ciudad. Los dos fallecidos en el terrible incendio de los Almacenes Vilima, que pondrían nombre a la nueva plaza de la Estación de Cádiz, siguen esperando su placa casi un año y medio después.

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Aquella noche de llamas infernales en el corazón de la ciudad fue un verdadero desafío para el cuerpo de Bomberos de Sevilla. Los Almacenes Vilima fueron devastados por el fuego a pesar del enorme esfuerzo de los bomberos por controlar las llamas. Aquella noche, sin pensárselo, dos bomberos que no estaban de servicio se pusieron manos a la obra para ayudar a sus compañeros: sus nombres eran Joaquín del Toro y Francisco Rivero.

De hecho, el 7 de marzo de este mismo año, 13 meses después de la aprobación de la rotulación en el pleno, se llegó a programar el acto de inauguración de la placa. Y se colocó. Y en menos de 24 horas, por un problema de agenda del Delegado de Seguridad, se canceló la inauguración de la plaza y se retiró la placa del muro. Y hasta hoy. Sus compañeros bomberos sí los recuerdan cada día con una placa que hay en el Parque de Bomberos de San Bernardo recordando aquella amarga noche.

Vocacionales, pluriempleados y padres de familia numerosa

Para poner en contexto el valor de estos dos hombres, la noche de aquel 27 de julio de 1968 se produjo un incendio en los Almacenes Vilima, entre la Plaza de la Encarnación y la Plaza del Pan. Del Toro y Rivero no estaban aquella noche de servicio, pero por colaborar con sus 28 compañeros, algunos de los cuales regresaban del interior del edificio llenos de quemaduras, se pusieron el traje y entraron a ayudar entre las llamas.

Aquella noche murieron en el infierno de los almacenes mientras las llamas devoraban hasta las velas colocadas por el consistorio para que no diera el sol en la calle. Aquellos bomberos, que según cuentan las crónicas de la época cuentan que fallecieron sepultados por los cascotes que cayeron sobre ellos, eran padres de familia. Con 40 y 36 años, su muerte dejó huérfanos a un total de nueve niños. Una familia con la que Del Toro y Rivero se volcaron tanto que trabajaban ambos de socorristas en Piscinas Sevilla para ganar un sobresueldo que llevar a sus viviendas en los barrios de Las Candelarias y Los Pajaritos.

Hace solo unos días, el sindicato de bomberos volvía a reclamar la rotulación de esta plaza casi año y medio después de la aprobación de la misma por el pleno. Tres meses después de la aprobación de la plaza, murió la viuda de Del Toro, que nunca verá la placa del nomenclátor que recuerda la heroicidad de su marido. Por ahora, esa placa sigue guardada en un cajón.

M.P.M.

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