No hablamos de croquetas ni ensaladillas, sino de las tapas singulares de Nervión, esas que causan sensación en las tabernas aunque parezcan estar en extinción en las cartas.
Hay tapas que hace un par de décadas eran imprescindibles en las pizarras y cartas de los bares, pero que con el paso del tiempo y las continuas modas gastronómicas, parecen haberse convertido en un mirlo blanco. Pero algunas de ellas siguen vivas en Nervión, y siguen teniendo una corte de devotos que han permitido a distintos establecimientos mantenerlas en la carta. Si estás buscando croquetas, ensaladillas o chocos fritos, esta no es tu lista.
Comenzamos con el paseo por nueve tapas singulares que aún resisten en los bares de Nervión y dónde encontrarlas (si quieres sumar alguna, coméntanos en redes sociales).
- Hígado a la plancha de Casa Guillermo. Entre Las Palmeritas y Marqués del Nervión, en la calle Rodrigo de la Bastida, Casa Guillermo lleva medio siglo guardando las esencias de una taberna de barrio de siempre. Si bien el menudo, los espárragos con huevo o los pinchitos causan sensación (además de tapas más comunes), pocos han mantenido en la carta el filete de hígado a la plancha. Solo hay que estar un rato en este bar para escuchar una y otra vez como los fieles parroquianos de Guillermo lo piden sin cesar. Una rara avis en uno de los bares más escondidos del distrito.
- Flamenquín canutero de Hermanos Costaleros. Poco canónico para un cordobés, desde luego, pero flamenquín al menos en espíritu. En este bar clásico del número 54 de Alejandro Collantes, este flamenquín lleva jamón york, queso, pimiento morrón y melva (que hace aquí el papel del lomo). Y en el ámbito del San Jacobo tampoco se quedan atrás, ya que ofrecen el ‘San Marino’, que además del jamón york y el queso, lleva lenguado.
- El atún encebollado de Casa Aldana. En la era del furor del atún, de tatakis, tartares y de las mil caras del sushi, los recetarios de los bares cada vez han dejado más olvidada la receta del atún encebollado. El de Casa Aldana, al principio de la calle Alfonso XI, es otra de esas tapas por las que merece la pena volver a un lugar. Quien lo prueba, repite.
- Mollejas fritas de Casa Gálvez. Aunque la casquería ha regresado con fuerza a los establecimientos de cocina vanguardista como Lalola de Javier Abascal, ha sido una buena amiga de las barras de las tabernas desde siempre. Y uno de sus mayores exponentes en las pizarras ha sido, de siempre, la tapa de mollejas fritas. Y si hablamos de esta especialidad, es imposible que no se venga a la cabeza el nombre de Casa Gálvez, en el número 95 de Alejandro Collantes. Por cierto, también cuentan con otras tapas en extinción como el barbo en adobo o el filete de hígado a la plancha.
- La sangre encebollada / guisantes con jamón de Antonio Espolaina. ¿A quién quieres más? ¿A papá o a mamá? Eso nos ha pasado en ocasiones con la sangre encebollada o los guisantes con jamón de Antonio Espolaina (Alejandro Collantes, 50). Un local en el que la sencillez es marca de la casa, lo que no significa simplicidad. Si bien no tienen por qué estar siempre en la carta, estos don platos sí que son recurrentes en el menú, aunque en muchos otros bares de la ciudad hayan desaparecido.
- Las espinacas con garbanzos de La Doma. Aunque en determinados locales vuelven como las torrijas, por Cuaresma, poder disfrutarlas en otras épocas del año es toda una suerte. Más suerte aún si donde las ponen lo tenemos cerquita como sucede con las bodegas de La Doma (como la estrecha taberna de las manzanas de Viapol). Un guisito de los que reconfortan, encima saludable y clásico de nuestra tierra. De vez en cuando, también sorprenden con algún potaje o guiso digno de probar.
- La cola de toro del Restaurante Nuria. Pasa desapercibido porque nos hemos acostumbrado a que forme parte inseparable del paisaje del entorno del Prado y la Estación de Cádiz, pero el Restaurante Nuria lleva desde 1962 alegrando los desayunos y almuerzos de los que se adentran en el número 1 de la Avenida de Málaga. De entre las especialidades, nos quedamos con la cola de toro. Sin más: ni hecha croqueta, ni como relleno de un taco, ni moderneces. Solo el guiso y un buen bollo de pan.
- Los garbanzos con langostinos de Carlos Baena. Si hay un guiso que, a nuestro parecer, es la perfección en la cocina andaluza, ese es el de los garbanzos con langostinos. Pero sin embargo no es tan sencillo encontrarlos en la carta de un bar o restaurante a menos que lleve el sello de la comida casera de siempre. Es lo que le pasa a Carlos Baena, en el número 28 de la calle Rastro, donde los hacen de escándalo. ¿Te tatuarías una cuchara en el brazo para demostrar tu amor por el guiso? Aquí es.
- Los huevos fritos con tomate y patatas de Casa Batato. Aunque ya te hablamos de nuestra predilección por esta propuesta de siempre en su día, hoy es muy, muy raro encontrar un bar en el que puedas comerte unos huevos fritos con patatas acompañados, además, de una salsa de tomate casera bien sabrosa. Esta singular pero irresistible propuesta la puedes encontrar en nuestro distrito en el número 6 de la calle Diego Angulo Íñiguez, en el entorno de la Buhaira.