El nombre de las calles: Ancha de San Bernardo

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Cada día pasamos por ellas, son parte de la columna vertebral de nuestro barrio y las venas de Sevilla. Conocemos sus rincones, recovecos, cuando giran o donde se cortan y nos llevan a nuestra casa, a nuestro bar preferido, o al comercio de confianza, pero ¿sabemos quiénes eran realmente los protagonistas que le dan nombre a las calles de nuestro barrio? En Nervión al día vamos a ir presentándotelas una a una.

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20 de agosto, festividad de San Bernardo de Claraval. Qué mejor día para contarte quién es ese santo que da nombre a la arteria principal del barrio de los toreros y a su iglesia parroquial desde su fundación en el siglo XIV.

El nombre no es, como el de otros barrios, una elección a la ligera. El arrabal nació de las manos del propio Rey San Fernando. Fue un 20 de agosto cuando el rey santo de Castilla llegaba al cerro del Aljarafe y desde San Juan de Aznalfarache empezaba el asedio a la ciudad de Sevilla. Encomendado a San Bernardo, montó su campamento en Tablada aquel día de 1247 y, tras su victoria, decidió levantar una ermita en honor al santo en los terrenos donde hoy se levanta la iglesia parroquial de paredes albero e íntimamente ligada a los artilleros.

Pero, ¿quién fue San Bernardo? A pesar de las representaciones austeras que se hacen de él, Bernardo de Claraval nació en un precioso castillo de la Borgoña francesa, hijo de nobles y noble por nacimiento. Este doctor de la Iglesia nacido a finales del siglo XI, tuvo una visión en la noche de Navidad que le cambió la vida. Tenía Bernardo una capacidad brutal para atraer a la gente, un don para camelarse a sus contemporáneos y llevarlos con él al monasterio cisterciense en el que entró a vivir tras aquella noche de revelación. Lo llamaban «el cazador de almas», y tras su ingreso en el monasterio logró atraer a 30 nobles más a la vida monacal, incluyendo a todos sus hermanos, incluso los que estaban ya casados. Al morir su hermana, consiguió que su padre viudo se hiciera monje también. Dicen que las muchachas tenían miedo de que el santo hablara con sus novios, por miedo a quedarse solas.

Pero Bernardo no podía estarse quieto: y por eso fundó 300 conventos más, además del de Claraval, del que era abad. No eligió tampoco a la ligera la localización de este convento, ya que creía en el esfuerzo y el trabajo, por lo que buscó un bosque en el que los monjes se dejarían la espalda para lograr cosechar algo y donde dicen que el sol siempre es abrasador. También viajó por toda Europa relacionándose con los poderosos, y se atrevió a decirle a los mandamases y reyes que no olvidaran nunca la humildad. Incluso escribió al Papa para recordarle que su poder no era ilimitado.

Pero si algo trasciende de la fe de San Bernardo es su devoción mariana. No olvidemos que Sevilla ostenta el título de «mariana» en el escudo de la ciudad, algo que curiosamente es logro e idea de la Hermandad de San Bernardo. Dicen que el santo era tan devoto de la Virgen que un día al pasar ante una escultura de María dijo «Dios te salve María» y la estatua le contestó: «Dios te salve, hijo mío Bernardo».

En cuanto a su historia, siempre hay una leyenda negra. San Bernardo manejó los hilos de la Iglesia aprovechando su personalidad carismática e influyó en papas y reyes para luchar contra la herejía. Y redactó los estatutos de la Orden del Temple, predicando también durante toda la Segunda Cruzada para recuperar Tierra Santa de las manos de los sarracenos.

Aún así, la personalidad de Bernardo era arrebatadora y tiene una relación íntima con nuestro distrito, ya que su nombre forma parte de nuestras calles y del barrio con más solera de Nervión. San Bernardo murió a los 63 años tras una vida apasionante que no dejó indiferente a nadie y dejando su sello en la historia de la Iglesia. Un 20 de agosto.

Miguel Pérez Martín

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