Vandalismo nocturno cada fin de semana en la Buhaira

Los propietarios del Kiosco de la Buhaira y de La Basílica ya no pueden más. El vandalismo que sufren las noches del fin de semana ya es insoportable.

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Tener un negocio en un entorno tan hermoso como los Jardines de la Buhaira a veces es un privilegio envenenado. Los propietarios del Kiosco de la Buhaira y del Restaurante La Basílica soportan muchos fines de semana que los actos vandálicos nocturnos se ceben con sus instalaciones.

El kiosco de la Buhaira se encuentra en el interior de los jardines, en el espacio central de la zona ajardinada más próxima al barrio de San Bernardo. Esta terraza que es un reclamo en las noches de verano sigue viviendo en pleno invierno los actos vandálicos que aumentan los gastos por los destrozos para estos negocios. Un ejemplo próximo es el de la noche del pasado viernes. Cuando el sábado llegaron los propietarios se encontraron con algunas mesas volcadas y con la superficie de mármol hecha trozos. Como dice el dueño, ya no es solo por los destrozos que tendrán que pagar de nuevo, sino porque ese sábado, por ejemplo, ya no dispondrían de dos mesas para servir, perdiendo dinero.

No es la primera vez que pasa. En el kiosco de la Buhaira han perdido la cuenta de las veces que han amanecido con un reguero de mármoles rotos. Hubo un día de este invierno que se encontraron que alguien había dado la vuelta a todas las mesas -en el kiosco no caben y hay que dejarlas recogidas en el exterior- y que los mármoles de todas estaban destrozados.

A esto se suman otros intentos de robo y destrozos. Un día del pasado otoño pillaron ‘in fraganti’ a un chico que, tras forzar la entrada, estaba en el interior y se estaba llevando botellas de alcohol. Y en la Basílica de Aníbal González entre cuyos cimientos se aloja el restaurante, han sido varias veces las que han tenido que luchar contra los grafitis sobre la piedra de los cimientos.

Un problema al que se añade otra preocupación: la del botellón en las inmediaciones del restaurante. Los grupos que beben en la calle en las inmediaciones de La Basílica dejan los alrededores llenos de desechos y botellas vacías, usando el espacio entre la verja y los cimientos como papelera. Además, para el servicio de cenas los fines de semana, cuentan que el botellón que rodea al restaurante disuade a los clientes y que les está afectando al negocio.

Una serie de situaciones que dejan desvalidos a estos propietarios, que piden para sus dos negocios una actuación por parte de las autoridades para que no sigan acumulando facturas que reparen los destrozos de los fines de semana.

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