Pocos serán los que hayan recorrido la Carrera de San Jerónimo de Madrid y no se hayan retratado con los enormes leones que custodian el Congreso de los Diputados. Unos leones sevillanos, del barrio de San Bernardo, ya que fueron forjados en las naves gloriosas de la Fábrica de Artillería.
La historia de los leones se remonta hasta 1850. En ese año la Reina Isabel II inauguraba el Congreso de los Diputados. En su fachada, dos grandes pedestales custodiaban la escalinata de la entrada. En ellos se colocaron dos farolas, pero los parlamentarios las rechazaron porque quitaban impacto al conjunto. Fue entonces cuando se pensó en hacer dos leones enormes que custodiaran la puerta, como símbolo de una España poderosa.
El encargo recayó en Ponciano Ponzano, artista zaragozano que tuvo que hacer los leones en yeso recubiertos de pintura color bronce. Entonces tampoco había dinero. Pero pasado un año el yeso se fue deshaciendo al estar a la intemperie, y se retiraron. Se contrató a José Bellver para que hiciera dos leones de piedra, pero eran tan pequeños que la gente los veía ridículos y decía que parecían perros. Fueron retirados también, y hoy día se encuentran en un parque de Valencia. Tras los cuatro primeros leones, salió de nuevo el nombre de Ponzano… y ahí comienza nuestra historia.
¿Por qué ahora sí se podían hacer unos leones de metales nobles? Al parecer, tras una batalla durante la Guerra de Marruecos, se incautaron una serie de cañones del enemigo y fueron trasladados a Sevilla. En concreto a la Real Fábrica de Artillería. Fue entonces cuando se dijo a Ponzano que diseñara los nuevos leones, cuyos moldes de yeso hizo en Madrid. Desde allí fueron enviados hasta San Bernardo, hasta esta fábrica fundada sobre un taller de fundición de cañones que entonces dirigía Juan Morel, el hijo del autor del Giraldillo. Allí, junto a trabajadores venidos de Oviedo, se fundieron los leones.
El molde del primer león constaba de 2276 piezas, repartidas a razón de: 26 piezas los ojos, 34 las orejas, 91 la boca y 2121 el resto del cuerpo. Por una consulta posterior sabemos que la composición del bronce utilizado era de un 88% de cobre, 10% de estaño, 1,5% de plomo y 0,5% de cinc. El peso de los leones de bronce presentaba diferencias: uno pesaba 2668,537 kilogramos, mientras que el otro pesó 2219,445 kilogramos. Sus dimensiones eran muy similares, contando con una altura de 2,10 metros, una longitud máxima de 2,20 metros y una anchura en el pecho de 0,8 metros.
Una vez fundidos, se hizo venir a un artista francés para que reprodujera el diseño exacto de Ponzano. Su nombre era Jacinto Bergaret. Tan bien hizo su trabajo que la reina le concedió una bonificación de 500 pesetas y la Gran Cruz de Carlos III. En este momento ya estaban listos los leones, que partieron en tren hasta Madrid, donde fueron colocados ante el Congreso en mayo de 1872, y bautizados con los nombres de los héroes de la Guerra de la Independencia: Daoiz y Velarde.
Como curiosidad, sus moldes se quedaron en Sevilla para siempre. Y permanecieron en la Real Fábrica de Artillería, dando la bienvenida a los visitantes, hasta 2009. Entonces, se trasladaron al edificio de Capitanía, en la Plaza de España, donde aún pueden contemplarse. Los leones más toreros de la historia son hijos de su tiempo, una época de cambios: de padre zaragozano, diseñados en Madrid, fundidos en Sevilla con ayuda de asturianos, cincelados por un francés … Como última curiosidad, dicen que Ponzano creía que daba mala suerte esculpir animales. Eso sí, no pudo negarse ante el encargo de los leones. Algunos comentan que fueron los leones del Congreso los que mataron al artista, que falleció cinco años después de que fueran instalados.
Miguel Pérez Martín