Majestuosa la mañana del Corpus en Nervión. La custodia dorada de la Parroquia de la Concepción se puso en la calle en un domingo brillante para protagonizar una procesión ejemplar por las calles de su feligresía.
Pasadas las diez de la mañana, el cortejo recibía los primeros rayos de sol al salir por la puerta del templo de ladrillo en el que reside la Hermandad de la Sed. La custodia, entre racimos y espigas, salía arropada por una densa nube de incienso y a los sones de una selección de marchas clásicas que se hilvanaban con los cantos del coro cuando el monumento de los Hermanos Caballero se detenía.
A su paso, altares y balcones engalanados recibían a la custodia dorada -y una de las más jóvenes de la ciudad-. Algunos de los altares, realmente espectaculares, venían a rizar el rizo de la elegancia de la propia custodia y su exorno. Lluvia de pétalos y cánticos a su paso. Alrededor del mediodía, la custodia regresaba a casa bajo el sol de mayo en una jornada de ensueño, siempre arropada por su barrio.
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Miguel Pérez Martín