Una cárcel presa del tiempo

Hace un siglo que se levanta en el límite del distrito. La Cárcel de La Ranilla permanece a la espera desde hace décadas a que alguien le de un nuevo uso, una nueva vida. El parque que debía rodearla y poner en valor sus muros está convertido en un descampado con algunos caminos en los que crecen arbustos y flora salvaje. Los vecinos de Nervión aguardan también a que las obras acaben: iba a ser el primer parque del barrio.

publicidad

Pérgola simulando la galería de presos políticos de la cárcel

Son 40.000 metros cuadrados de terreno en una parcela cuya zona central debe transformarse en parque. En sus límites están la Jefatura de la Policía Local, solares vacíos, las ruinas del edificio de la dirección de la antigua cárcel y el nuevo centro cívico del distrito. «La delegada nos dijo que había conseguido una partida para ese proyecto, pero no sabemos si eso supone un nuevo concurso. Supuestamente hay un dinero presupuestado, pero esperamos que el ayuntamiento nos comente qué proyecto es el que hay», comenta Antonio Aranda. Vecino del solar de La Ranilla, Antonio lleva en su blog el proceso de abandono que ha sufrido el solar desde que comenzaron las obras en el centro cívico y se planteó el sistema de caminos posterior al derribo de las galerías de la cárcel.

Manuel Sánchez, presidente de la Asociación de Vecinos La Concepción de Nervión, recuerda cuando empezó todo hace ahora nueve años. «La Junta de Andalucía quiso poner ahí un centro de menores, eso hizo que la gente se echara a la calle. Entonces la asociación tenía solo un mes de vida, pero habíamos nacido fuertes. Habíamos conseguido que quitaran la antena de telefonía móvil que había en Cristo de la Sed, que fuimos los primeros que lo conseguimos», explica orgulloso. «Recogimos 3.000 firmas para que se hiciera allí un centro de día para mayores, un centro cívico, un parque y zonas deportivas», comenta.

Los planes para el terreno

Puerta de la antigua cárcel de Ranilla con la torre sin el reloj

«En el proyecto primitivo estaban contempladas zonas deportivas con campos de futbito y baloncesto, fuentes, pérgolas, muchos caminos… pero el edificio de la policía se comió parte del parque», explica Antonio. A día de hoy la Jefatura está terminada, pero los caminos construidos y las pérgolas que simulan las antiguas galerías de la cárcel están rodeadas de matorrales y flora salvaje. Manuel apunta que cuando se empezó el parque el suelo de las pérgolas se hizo de losas de mármol, y que lo que iba a costar 1.300.000 euros -los vecinos siempre insistieron en que querían un parque sencillo, al estilo del Parque de la Torre de los Perdigones- ya lleva gastados tres millones.

En cuanto al edificio de la antigua cárcel, de estilo regionalista, ya no luce su reloj en la torre. Nadie sabe dónde podrá estar, ahora solo queda el hueco vacío. «En su momento quedó para un archivo de la memoria histórica, pero eso iba a costar mucho dinero. El problema es que el edificio llega a ser peligroso, porque está en riesgo de derrumbe. Su restauración se licitó en una etapa de plena crisis, en el segundo plan de estímulo de Zapatero», explica Manuel.

Los solares donde deberían ir los bloques de viviendas

Por otra parte, un solar que está a la izquierda del edificio histórico estaba reservado para hacer 230 viviendas. «Instituciones Penitenciarias cedió el solar y el millón de euros a cambio de que el ayuntamiento recalificara los terrenos para hacer viviendas en ese lado», explica Manuel. Ahora piden que los solares donde iban esas viviendas, que siguen como un descampado empantanado, sean un desahogado aparcamiento para los vecinos de manera provisional o que los terrenos se anexionen al parque.

Mientras tanto, la asociación sigue esperando a su parque. «Nos hemos reunido con políticos de toda clase, tenemos firmas de todos los partidos prometiéndonos que eso iba a ser una zona verde enorme. El primero fue Monteseirín durante su primer mandato», dice Manuel. Mientras, esperan movimiento que Antonio pueda plasmar en su blog, no queda otra que acercarse hasta los parques cercanos de La Buhaira o Amate. Mientras, la ausencia del reloj en la torre parece que haya parado el tiempo en el solar de la cárcel, a la espera de una nueva vida de la que poco se sabe.

Miguel Pérez Martín

publicidad

Compartir:

Otras noticias

Comer en Nervión