Comenzamos a despedirnos del verano y a decirle «hasta luego» a esos calurosos días disfrutando de playas y piscinas. Desde hace ya varios años se ha asociado al verano otra cuestión relacionada directamente con la psicología y la salud, la gran mayoría de las personas se han familiarizado con un término que se ha hecho muy popular: hablamos del conocido «Síndrome Post-vacacional».
Pero a pesar de que año tras año se habla sobre este síndrome en las noticias, periódicos o revistas, da la impresión de que la mayoría de las personas desconoce exactamente lo que es y cómo se manifiesta en nosotros.
Os parecerá curioso saber que el «Síndrome post-vacacional» no está aceptado internacionalmente como enfermedad mental o síndrome clínico. Esto quiere decir que no encontrareis en ningún manual de psicopatología clínica o de medicina referencias sobre su definición, síntomas o prevalencia en las personas puesto que no se considera en la actualidad como una entidad patológica. Ocurre igual que con muchos otros mal llamados «Síndromes» como por ejemplo el «síndrome del nido vacío» para dar explicación a los síntomas o problemas que pueden surgir tras la emancipación del hogar familiar de los hijos, o el » síndrome de Peter Pan» para definir a las personas con problemas de madurez o que se niegan a asumir un rol adulto. Estos ejemplos responden en mayor medida a la «psicología popular» de masas que a auténticos síndromes o patologías clínicas.
Pero a pesar de lo que os acabo de exponer, el síndrome post-vacacional es una entidad a la que se le está dando cada vez una mayor importancia aunque no esté aceptada como enfermedad en las principales clasificaciones internacionales. Hace unos años prácticamente era desconocida su existencia lo cual no quiere decir que no hubiera personas que lo estuvieran padeciendo. No podemos negar la existencia real de una serie de problemáticas psicológicas relacionadas con una adaptación negativa de las personas después de su periodo vacacional a la rutina diaria del trabajo y/o tareas personales.
Características del Síndrome Post-vacacional:
El síndrome post-vacacional puede presentarse y cursar de diversas formas y síntomas. Habitualmente suele presentarse astenia y debilidad generalizada, apatía, insomnio nocturno y somnolencia diurna, falta de concentración, así como una serie de síntomas que podrían ser característicos de una depresión leve. También se pueden experimentar dolores estomacales o molestias musculares, ansiedad, nerviosismo y cierta sensación de angustia vital entre otras. Todo esto puede afectar a diversos aspectos del estilo de vida, entre ellos el trabajo, estudio o las tareas del hogar, que resultan difícil de realizar y se soporta con ciertas dificultades. Este «síndrome» puede presentarse con una intensidad muy variable y de diferentes formas, en algunos casos esta variabilidad puede hacer muy difícil su detección. Existen algunas situaciones o estados que predisponen a padecer este conjunto de síntomas:
• Vacaciones largas, agotadoras o durante las que no se descansa adecuadamente.
• Cambios en los ciclos de sueño.
• Adaptación insuficiente al ámbito laboral, presente incluso antes de las vacaciones.
• Falta de motivación laboral y objetivos personales.
¿Cómo prevenir y combatir el Síndrome Post-vacacional activamente?
Los síntomas del síndrome post-vacacional suelen desaparecer de manera natural y atenuarse progresivamente, a pasar de ello es positivo y podemos contribuir activamente a aliviar o incluso a evitar sus síntomas que pueden llegar a convertirse en un auténtico problema. Los siguientes consejos pueden sernos de ayuda:
• La vuelta a la rutina debe ser lo más escalonada posible para que nuestro cuerpo se aclimate adecuadamente al cambio de horarios y al incremento de la actividad laboral. 2 ó 3 días antes de la vuelta al trabajo suelen ser suficientes.
• Cuida tu sueño y descansa adecuadamente, ya que el cansancio es una de las fuentes principales de estrés. Implanta poco a poco tu horario invernal.
• Mantener una actitud proactiva y positiva ante el trabajo. Ayudará a mantener nuestra motivación alta y a evitar el desanimo ante la rutina.
• Emprender la vuelta a la rutina como un periodo más, siendo positivos y considerándola como un momento en el que podemos emprender nuevos proyectos personales y profesionales.
• Establece objetivos a corto y medio plazo para empezar, te resultará más fácil alcanzarlos y te ayudará a incrementar poco a poco tu productividad o rendimiento.
• «Mens sana in corpore sano». Si no estabas realizando ejercicio físico en estos meses, es un momento perfecto para iniciarlo. De sobra conocidos son los beneficios del ejercicio físico sobre nuestro estado de ánimo y la salud mental en general. Si has estado realizando ejercicio de manera regular toma conciencia de los beneficios que te ha producido y anímate a continuar.
• La connotación negativa que normalmente tiene el trabajo para nosotros no facilita en absoluto el proceso de adaptación. Debemos reflexionar sobre los beneficios que para todos tiene el trabajo, que se traducen en satisfacción y realización personal, puesta en marcha de nuestras habilidades, relaciones sociales y experiencias entre muchas otras. Se dice que el trabajo dignifica a la persona, pero no sólo eso, el trabajo hace y da sentido a gran parte de nuestra vida, incluso aunque pensemos que no nos gusta el trabajo que hacemos, pensad en los beneficios que el mismo os ha proporcionado en vuestras vidas.
• Organiza bien tu trabajo, actualiza tu agenda y establece prioridades.
• Compagina el trabajo con actividades de ocio.
¡Feliz vuelta al trabajo!
David Molina Balastegui, director del centro @Alboran_Sevilla