Pasaban 15 minutos de las seis de la tarde cuando las puertas de un pequeño garaje de la calle Júpiter se abrieron. Un cortejo de niños precedía a la Cruz de Mayo de la Hermandad de San Roque, la primera en salir por las calles del distrito.
Una veintena de niños, vestidos curiosamente en su mayoría de azul y blanco, precedían a una cruz de mayo hecha con ilusión por los jóvenes de la hermandad de la plaza de Carmen Benítez. El pequeño paso de la calle Júpiter abre las glorias en el distrito de Nervión y decenas de personas se acercaron para acompañarlo durante todo el camino, que duró alrededor de cuatro horas y que recorrió el histórico barrio de San Roque.
La cruz salía casi sumergida en el calvario de flores: recordemos que sale de un garaje. Pero nada más salir, los jóvenes de la hermandad la pusieron en su sitio y agarraron firmemente con hilos de nylon las puntas del sudario para que el viento no las condujera hacia los candelabros y ocurriera un percance. A la puerta del convento de las Hermanas de la Trinidad, algunas hermanas esperaban con alegría el deambular de esta pequeña cruz de mayo con paso de madera pintada en dorado.
En este tipo de procesiones se ve el futuro de esos cofrades que aún son demasiado jóvenes para tener su hueco en la Semana Grande. Los capataces, de punta en blanco, intentaban que cada levantá fuera mejor que la anterior, a pesar de que en las primeras reinaba el descontrol. Poco a poco se fueron centrando. Y no era fácil, ya que debían cruzar Amador de los Ríos por pasos de cebra cuando el semáforo se ponía en verde o esquivar los pivotes de la acera haciendo que el paso serpenteara caprichosamente. Solo hubo un percance más: al ir por la acera en Amador de los Ríos, en una de las levantás un balcón arrancó el remate dorado de la cruz de su lado izquierdo. No pasó nada: se recogió del suelo y adelante.
Esquivaron árboles que acariciaron la cruz a lo largo del trayecto, hicieron zigzag por la acera para no comerse veladores, toldos de bares y marmolillos; cogieron las curvas muy abiertas y mantuvieron la compostura en todo momento. Sobre todo al llegar a San Roque, cuando la Cruz de Mayo visitaba la parroquia donde se aloja la hermandad de penitencia que le da nombre.
Al final todo quedó en un momento de nostalgia. Nostalgia de una Semana Santa que en Sevilla parece que nunca muere mientras haya sol que permita sacar un paso. Ayer fue en San Roque, pero este mes veremos sacar pasos de La Sed, San Benito o los colegios de las Salesianas y las Carmelitas de Nervión. Las glorias solo acaban de empezar.
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Miguel Pérez Martín