Suculento, en el residencial Condes de Bustillo, es un lugar en el que encontrar el placer en lo sencillo.
Ni larguísima carta, ni ambiente estirado, ni precios exorbitados ni exotismo innecesario. Suculento, situado en el Residencial Condes de Bustillo entre Ramón y Cajal y Espinosa y Cárcel, es uno de esos sitios en los que disfrutar de esa aparente sencillez que en muchos casos es el camino más corto hacia la satisfacción.
El pasado domingo, probamos este lugar situado en el antiguo local de Tradevo Nervión en el que tratan con tanto mimo el servicio como la comida, haciéndote sentir en casa. Los platos tienen la cantidad medida para que, aunque seamos dos, podamos probar varias cosas y disfrutar más de la experiencia.
Como siempre, nada mide mejor un buen local que una ensaladilla o unas croquetas. Nosotros esta vez decidimos medirlo con la ensaladilla, que en Suculento es de langostinos y en la que se aprecia un ligero toque picante que realza el sabor de todos los demás ingredientes. Buena textura, cremosa mayonesa en su punto y un buen comienzo para abrir boca.
En lugar de las croquetas, se nos antojan los buñuelos de bacalao. Ninguna sorpresa aquí ante un buñuelo hecho de la manera tradicional, sin exceso de aceite y con buen equilibrio entre la masa y el pescado en su interior. A su esponjoso tacto lo acompaña un alioli de ajos asados para mojar, que tiene una potencia muy interesante.
Continuamos con el mar a través de la focaccia de sardina ahumada con berenjena asada y pesto rojo. Buena pieza de sardina que sigue conservando su jugosidad y que se posa sobre un taco de focaccia tostada, con un ligero toque de pesto rojo y una berenjena asada y aliñada convertida en un ligero puré que parece una salsa. La combinación, un acierto.
De fuera de carta, decidimos elegir la alcachofa confitada sobre parmentier tartufata y coronada por una espuma de parmesano. Aunque la espuma de parmesano no nos sabe mucho a este queso italiano, la mezcla de la alcachofa completamente abierta y tierna con la crema de patata con trufa es muy buena. Nos hace replantearnos si pedirnos otra.
Pero para terminar, decidimos catar otro plato antes de irnos. En este caso, es el calamar frito (aproximadamente 200 gramos). Y decimos calamar, porque en el plato viene el calamar completo con patas y aletas, troceado en anillos y con un rebozado dorado y consistente. Lo acompaña una más que fresca mayonesa de lima. Sin duda, un buen colofón para un sitio de ambiente familiar y cercano al que la mayoría de los que han ido, se han convertido en habituales.
* En total, fueron unos 25 euros por persona con dos bebidas.