La Biblioteca Central de la Universidad de Sevilla ha sido un verdadero viacrucis para la institución. Tras encargarle el proyecto a la prestigiosa arquitecta Zaha Hadid y empezar a levantar sus cimientos y estructuras, la Justicia a fuerza de las denuncias de los vecinos, obligaros a consistorio y universidad a tirarla abajo y restituir los jardines tal y como estaban. Esto ha costado a la US 500.000 euros.
En un momento tras la sentencia y antes de empezar a restablecer el espacio ajardinado, la universidad propuso aprovechar las estructuras ya levantadas para hacer jardines colgantes a dos alturas, incluyendo un hermoso mirador sobre ellas. Nunca se llegó a conocer aquel proyecto. De hecho la institución tuvo que sepultar un aparcamiento ya hecho para 80 coches que ya estaba construido y los pilares de la propia biblioteca, mientras los vecinos daban su consentimiento para el proyecto de otro aparcamiento, esta vez a cargo de las arcas públicas, en el otro extremo del parque junto a la Glorieta del Cid -de 249 plazas-.
Es decir, que los vecinos de Diego de Riaño y Prado tiraron abajo una biblioteca con un párking ya construido, pero apoyan otro párking en el otro extremo del parque aún sin empezar, en los aledaños de edificios de alto valor arquitectónico como el Pabellón de Portugal de la Expo de 1929, el Rectorado de la Universidad, la Fuente de las Cuatro Estaciones o el Casino de la Exposición. Como dato, a la universidad le ha costado la biblioteca que nunca existirá unos seis millones sin contar ese medio millón de euros adicional por volver a instalar la zona ajardinada.
Soñar con jardines en altura
La Universidad puso sobre la mesa del TSJA la opción de unos jardines en altura (por lo que se duplica la superficie ajardinada) que incluyeran un observatorio de aves y una cafetería en el lado de Diego de Riaño, además de mantener el aparcamiento subterráneo en una zona con problemas de estacionamiento. Los vecinos dieron un no tajante: solo aceptarían los Jardines del Prado tal y como estaban antes de la llegada del proyecto. Pero soñando con jardines en altura, podríamos repasar algunos ejemplos realizados en otros lugares para hacernos una idea de lo que podría haber tenido el Prado.
Por ejemplo, vayamos hasta el centro de Madrid. A espaldas de la bulliciosa Gran Vía se encuentra el Hotel Mercure Santo Domingo. En su interior aloja el jardín colgante más grande del mundo, reconocido por el libro Guinness de los récords. Sobre un andamiaje oculto, se posan y enredan 844 metros cuadrados de vegetación, entre las que se encuentran más de 200 especies y una gigantesca cascada de 20 metros de altura.
Pero no hay que salir de Sevilla para encontrar un ejemplo: hay un jardín colgante dentro de la Clínica Sagrado Corazón, construido por el grupo Terapia Urbana. En distintos maceteros muy juntos se alojan estas plantas que forman una pared frondosa de vegetación. Son más de 1.400 plantas seleccionadas de 40 especies diferentes que integran el primer jardín que se encuentra en el interior de un recinto hospitalario en Europa.
Por último, un ejemplo que se ajusta al caso del Prado. Volemos hasta Nueva York, donde han convertido las pasarelas ferroviarias que ya no están en uso en unos geniales jardines en altura con espacio para el paseo, las bicicletas y la restauración, además de tener una vista privilegiada de la ciudad. Es el High Line Elevated Park, que en 2011 visitaron casi cuatro millones de personas y que se está convirtiendo en un verdadero motor del turismo en la capital neoyorquina.
Miguel Pérez Martín