La Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla ha confirmado la condena impuesta a una mujer que inventó toda una secuencia de agresiones y todo era mentira. La mujer primero denunció haber sufrido el robo de su cartera, luego haberse contagiado de hepatitis A con la jeringuilla que le clavaron los ladrones y finalmente haber sido víctima de una violación.
Según la sentencia la acusada denunció en falso los delitos para tratar de ocultar que había perdido los 800 euros que su madre le había enviado. La condena alcanza 1.440 euros de multa impuesta por el juzgado penal 14 de Sevilla y además rechaza el recurso de la acusada, que pretendía que se le aplicase la atenuante de confesión y de trastorno mental.
Los acontecimientos comenzaron el 1 de noviembre a la 1 de la madrugada cuando la condenada acudió a la Comisaría de Nervión para denunciar que había sido víctima de un robo en la Calle Bami. En este primer momento relató que los ladrones que le habían atacado, que además de robarle la cartera, también le habían pinchado con una jeringuilla. Dos días después, acudió de nuevo a la Policía para denunciar que en dicho robo, la jeringuilla le había transmitido la hepatitis A, lo que dio lugar a unas diligencias diferentes en otro juzgado. Por último, el 4 de noviembre la mujer se personó de nuevo en la comisaría para denunciar que los ladrones también la habían violado. En este proceso final llegó a identificar a uno de los ladrones fotográficamente.
Casi 20 días después, y tras haber hecho perder el tiempo a la Policía, llevar a cabo complicadas investigaciones, la acusada reconoció la falsedad de sus sucesivas manifestaciones, tanto es así que acabó reconociendo que denunció el robo para ocultar que había perdido los 800 euros que su madre le había enviado y alegó que una relación con un joven le había causado trastornos psiquiátricos que estaban en el origen de su conducta.
La Audiencia de Sevilla rechaza aplicar dicha atenuante porque no se ha demostrado que la acusada sufriese un transtorno que «le impedía regir sus actos», según argumentó, y tampoco admite que el delito lo fuera en grado de tentativa pues con sus sucesivas denuncias dio lugar a la incoación de tres procesos en otros tantos juzgados. Tampoco hubo una atenuante de confesión porque fue gracias a la intervención policial, al poner de manifiesto las contradicciones de la acusada, cuando ésta acabó confesando y los juzgados no avanzaron en el proceso.
R.N.