La plaza de la Estación de Cádiz es uno de los rincones más olvidados de nuestro distrito. Nunca un espacio tan joven sufrió tanto abandono.
Los años no han tratado bien a la Estación de Cádiz. Como muchos otros lugares de nuestro distrito, el proyecto para volver a ponerla en marcha con otro uso, fue pasando de mesa en mesa hasta que Juan Espadas inauguró el edificio rehabilitado como Mercado Puerta de la Carne y, meses después, abrió sus puertas el centro deportivo bajo la imponente nave de cristal y forja.
La plaza prometió ser el gran pórtico de este complejo al final de una teatral Avenida de Cádiz que realza el conjunto monumental. Pero la plaza ha resultado un último detalle que ha ido encadenando despropósitos. El último ha sido el completo abandono de sus jardineras y sus pequeños estanques. Al poco tiempo de terminar las obras, las plantas murieron y los estanques se quedaron sin agua y como un depósito de las hojas secas del otoño.
Esta mañana la plataforma Salva tus árboles ha compartido en su cuenta de Twitter el estado de esta plaza, que muestra un completo abandono -solo hay que ver las imágenes-. Al poco tiempo, se unía a la denuncia la plataforma de Vecinos de La Florida. Pero este solo es el último capítulo de una historia que empieza por su rótulo nunca inaugurado y por el continuo abandono de su estética.
El homenaje que nunca fue a los héroes de Vilima
En febrero de 2018, el pleno del ayuntamiento aprobó que los bomberos Del Toro y Rivero tuvieran una plaza en la ciudad. Los familiares de los dos fallecidos en el terrible incendio de los Almacenes Vilima, que pondrían nombre a la nueva plaza de la Estación de Cádiz, siguen esperando la inauguración a día de hoy.
Aquella noche de llamas infernales en el corazón de la ciudad fue un verdadero desafío para el cuerpo de Bomberos de Sevilla. Los Almacenes Vilima fueron devastados por el fuego a pesar del enorme esfuerzo de los bomberos por controlar las llamas. Aquella noche, sin pensárselo, dos bomberos que no estaban de servicio se pusieron manos a la obra para ayudar a sus compañeros: sus nombres eran Joaquín del Toro y Francisco Rivero.