La tarde se ha nublado en Sevilla, y tiene su sentido. Pascual ya está llamando a las puertas del cielo a golpe de sevillanas.
Cantor de todas las primaveras de Sevilla, Pascual siempre presumió de sus lazos de sangre con el barrio de La Calzá, aquel que vio desaparecer con el paso del tiempo convirtiéndose en algo irreconocible. Algo que él mismo cantó en esa sevillana prodigiosa que es ‘El puente te de está esperando’, dedicada a la hermandad de su vida, la de San Benito. Si ya el prólogo de las sevillanas es en sí una maravilla recitada por Pascual González, retrata la realidad de un barrio que se fue diluyendo, como muchos otros, en el tejido de la ciudad, y perdiendo su idiosincrasia con la especulación urbanística. Ya en la primera frase cantada nos habla de una Calzá que ya no existe, la del puente derribado de cara a la Expo de 1992. Canta Pascual: «El puente te está esperando/ para contarte sus penas/ y decirte que tu barrio/ que ya no es barrio siquiera/ se reúne para verte./ Calle Oriente, Martes Santo,/ tarde de sol. Primavera».
Pascual González eligió el formato de la sevillana porque sabía que era el camino más corto para llegar a su público, el de Sevilla. Pero revolucionó el género, porque Pascual no era un compositor de sevillanas, era un poeta. Un poeta escondido detrás de un frondoso bigote que fue siempre su elemento más reconocible. Y un pregonero siempre en el tintero de Sevilla, siempre candidato, nunca elegido (y no por ser un compositor de sevillanas, ahí está el caso de González Serna). El pregonero del pueblo.
Y a Pascual no le hizo falta un atril en el Maestranza, porque supo unir la música de la Feria de Abril con la solemnidad de la Semana Santa. Y a través de ella creó un vehículo inmortal para elevar el nivel, un nivel de las sevillanas que nadie ha superado por el momento. Y si hay un momento en el que podemos ver su talento como poeta es en ‘El cachorro’, la sevillana dedicada al crucificado de la calle Castilla. Más allá de definir magistralmente la esencia del Cristo de Ruiz Gijón, con aquello de «El Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana», se marca un interludio recitado que es esta maravilla:
«Qué duende tuvo en sus manos
quien esculpió tu figura.
Qué martinete de gubia,
qué soleá de hechuras,
qué seguiriya tus ojos,
qué tiento con más dulzura,
el de tu boca expirando
soniquetes de amargura
en tu mimbre canastero,
y en tu cuerpo la tortura
de revivir por nosotros
mirando siempre a la luna.
Qué duende tuvo en sus manos
quien esculpió tu figura».
Aunque si queremos repasar su trayectoria y su mente inquieta y compleja para elaborar esta poesía tornada en sevillana, mejor que yo lo cuenta el poeta Martín Lucía en este hilo de Twitter.
Por suerte, en esta ocasión no esperamos a que muriera para darle el reconocimiento que merecía. Pascual González tiene su calle en su barrio de La Calzá desde hace unos años, cuando se rotuló una vía de su barrio con su nombre. Desde 2017 podemos admirar la calle Pascual González en el barrio de La Calzá, uno de los barrios más antiguos del distrito. Su legado es tan gigante que sería absurdo intentar resumirlo aquí.
Eso sí, Pascual dedicó unos versos a hermandades del distrito como San Roque, San Bernardo o La Sed (y por supuesto San Benito) en su vía crucis sevillano en La Pasión según Andalucía. Puedes escucharlo aquí:
Pascual, ya has cruzado el puente, y el cielo le está esperando. Tu pregón por sevillanas nos quedará para siempre.