A lo mejor tú, el que lees esto, eres padre y tienes a tu hijo en uno de los bulliciosos centros educativos de Nervión. Nos alegramos de que llenes nuestras calles de risas de niños y de vida nuestras vueltas a casa del trabajo con la chiquillería con sus mochilas colgadas colmando de inocencia el mediodía.
Pero tú, padre, parece que te has olvidado que no eres el rey de estas calles. Porque en la calle todos somos iguales, y cada uno tenemos tanto derecho como cualquier otro a disfrutar del espacio público. Por eso me he visto forzado a escribirte, tú que llevas o recoges a los niños en coche. Creo que es injusto que cada mañana y cada mediodía satures con tu coche en doble fila Espinosa y Cárcel, Villegas y Marmolejo, Marqués del Nervión… Tener un hijo no te hace diferente a mi, que no los tengo.
Ser padre es ser responsable y es dar ejemplo, no ser egoísta. La empatía y el civismo es pensar que los demás también tienen que seguir haciendo su vida y que, sintiéndolo mucho, tener un hijo no justifica que yo tenga que llegar tarde al trabajo porque tu coche está en doble fila desde 20 minutos antes de que se abran las puertas del colegio. Si vienes de lejos, vale, puede tener un pase. Pero tú, que vives a tres calles del trabajo, no tienes por qué llevar al niño en coche al trabajo. Sobre todo porque a lo mejor tu hijo agradece que lo lleves andando, ese paseíto solo contigo, y seguro que tardas menos así que bajando a por el coche y desplegando toda la parafernalia de sacar el vehículo a las calles del barrio solo para un momento.
No te cuento ya si eres de esos padre que, después de dejar al niño en el colegio, sigues con tu coche en doble fila porque has decidido tomarte un largo café con los otros padres. Os he visto, sé que existís, y me parece estupendo que compartáis un rato hablando de vuestros hijos. Pero no dejando el coche en doble fila. Sois iguales que aquellos jóvenes del botellón de los que os quejáis: ocupáis el espacio público a vuestro antojo dificultando el libre discurso de la ciudad. Hay un valor que deberíais tener en cuenta: la empatía.
Por eso, padre de Nervión que haces todo esto, tengo que decirte que eres egoísta. Y que así no se vive en sociedad ni se construye ciudad. Y sobre todo he de decirte que eres un mal ejemplo para tu hijo. Porque convivir es tener en cuenta al otro, y tú eso no lo haces. Si quieres enseñarle a tu hijo que todo vale y que da igual molestar al prójimo por tu propio beneficio, allá tú. La educación, perdona que te diga, comienza en casa. Cuando mañana tu hijo sea igual que tú, no te equivoques: la culpa no es del colegio ni del maestro.
Miguel Pérez Martín es redactor de Nervión al día