La Virgen de la Esperanza no duró ni media hora en la calle. A pesar de que el cielo amenazaba lluvia y que las previsiones daban como mínimo un 70%, la corporación de El Juncal decidió salir a la calle. La noche acabó con una vuelta de caos y desilusión bajo el aguacero a toda máquina.
Un cortejo de principalmente mujeres mayores iba precediendo a la Virgen de la Esperanza, de la Hermandad del Juncal. En torno a las ocho de la tarde había salido de la parroquia del barrio para realizar su rosario vespertino. Sabían que se la estaban jugando. Aún así, salieron y las primera gotas empezaron a dar el aviso solo 15 minutos después de haber salido por la puerta. Aún así, la virgen continuó en la calle.
Lo que no se esperaban los hermanos de El Juncal era que el aguacero les iba a pillar alcanzando Alcalde Juan Fernández. Lo que eran solo unas gotas se transformaron en diluvio en cuestión de segundos. Fuerte lluvia, enormes charcos y la Virgen de la Esperanza completamente empapada. El regreso al templo fue complicado y dantesco. Zarandeada por la necesidad de escapar de la lluvia, a un paso desacompasado y perdiendo algo la compostura, rompiendo el cortejo por completo, la Virgen recorrió en un minuto escaso el trayecto desde la avenida hasta su parroquia.
Las mujeres mayores quedaron aparcadas junto a los coches vela en mano, el manto totalmente empapado y el agua de los canalones de la iglesia cayéndole a la virgen como una cascada a la entrada a la iglesia. Al llegar al templo, solo había pasado media hora desde la salida. Un miembro de la corporación solicitó que saliera la gente de la iglesia para poder quitarle el manto a la virgen cuanto antes, y culminó con: «No esperábamos este chaparrón hasta la una. Pero Nos ha cogido en la calle, eso es que la virgen lo ha querido así».
Miguel Pérez Martín