No, esta no es la plaza de la discordia

La plaza de delante de la Parroquia de la Concepción podría apuntar a una plaza que levanta desacuerdos. Pero yo no lo creo.

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Queridos padres, madres y gente con niños. Hay espacios que no son para ellos. No todos tienen que serlo. Uno de ellos es el circuito deportivo de la nueva plaza frente a la Parroquia de la Concepción. No es para niños y nunca pretendió serlo (el cartel allí instalado claramente lo indica). Por ello, si los niños sufren percances en estas instalaciones al aire libre, no es culpa de nadie más que de los responsables de esos niños.

Vamos a ir por partes. Esos niños tienen parques en algunos de los tenis de Ciudad Jardín, en el Parque de Ranilla, en Eduardo Dato ante la explanada del Sánchez Pizjuán, en los Jardines de la Buhaira, en la isleta de Divino Redentor y en los parques de Federico García Lorca y en el de Blanco White. Eso sin contar otros más lejanos como los Jardines del Prado, la Plaza Tívoli o Juan Antonio Cavestany. U otros de iniciativa privada como los juegos infantiles de la plaza central del Nervión Plaza.

¿Que a ti no te gusta que haya un gimnasio al aire libre frente a la Concepción? Pues en tu derecho estás. Pero no me digas que lo que pide la plaza es una zona para niños -porque están discriminados, algo que no es real-, que aquí tenía que haber una zona de juego para niños porque es una deuda con la Gran Plaza -cosa que tampoco es real, porque en el entorno de la Gran Plaza no viven más niños que en muchas otras zonas del distrito, de hecho Ciudad Jardín es el barrio más envejecido del distrito-, y no me cuentes que los niños no entienden que eso es un gimnasio al aire libre y que pueden hacerse daño si usan su equipamiento. Porque cuando tus niños pasan por una gasolinera, probablemente no entienden que la gasolina te mata si te la bebes, pero tú no los dejas beber del surtidor. Si enseñas a los niños cómo se debe usar el espacio público, todo nos irá mejor. Que cada espacio tiene su uso. Igual que aprendieron que por la calzada no pueden andar porque van los coches. Igual.

Este es un problema de asimilación, eso está claro, pero también un problema de no entender lo que una ciudad es. Estos días he leído a muchos diciendo que los jóvenes no tienen derecho a esto porque pueden pagarse un gimnasio. ¿Usted sabe lo que supone para las cuentas de un joven ejercitarse hoy en día? No tanto por los precios de los gimnasios -que también en algunos casos-, sino porque los sueldos no son los de antes y el nivel de vida tampoco. Se lo dice un autónomo, que sabe de lo que habla.

¿Se acuerdan cuando las personas mayores reclamaban su espacio para ejercitarse en las calles de la ciudad y nosotros los apoyamos y las acciones del ayuntamiento nos parecieron muy bien? Ahora, sin embargo, los jóvenes casi que tienen que pedir perdón por ejercitarse en la calle. Por poder disfrutar de un espacio público que les pertenece tanto como a esos niños o a las personas mayores.

Que tu niño se suba a los aparatos de gimnasia de la nueva plaza frente a la Concepción no significa que la zona esté exenta de columpios. Significa que tú no le has enseñado que hay determinadas cosas que tienen unas funciones y, otras, unas muy distintas. Que algo esté en la vía pública no implica que sea para todos. No dejarías a tu hijo hacer acrobacias sobre los arcos de un bicicletero ni jugar a ser equilibrista por el muro exterior del foso del Rectorado, ni lanzarse de cabeza a la alberca de la Buhaira, ¿no?.

Creemos un Nervión en el que todos quepan, en el que todos tengan su sitio. Un Nervión en el que los jóvenes se sientan acogidos. Porque los niños que hoy llenan los parques mañana serán adolescentes que querrán disfrutar del ejercicio al aire libre. Y si no les damos su espacio, probablemente los perdamos. Y yo no quiero un distrito que agoniza porque un día decidimos echamos a nuestros jóvenes. ¿Y vosotros?

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