Dos corazones y un reflejo. El cielo de la ciudad y ese mar que en Sevilla es el Guadalquivir. En el cartel de las Glorias que se presentó ayer Nervión es uno de los dos protagonistas, y ha supuesto una alegría en la Parroquia de la Concepción.
Cuando solo hace unos días que hemos dejado atrás la Semana Santa y los pasos de palio siguen esperando la desarmá en las iglesias con la cera derretida, ha llegado el momento de abrir el tiempo de las Glorias. Y el primer acto de este nuevo tiempo siempre es la presentación del cartel.
Este año la obra pictórica que pregona las Glorias ha corrido a cargo de Daroal, a los que recordaremos, por ejemplo, por aquel cartel colorido de un simpecado del Rocío de Triana hecho con flores. Para este cartel no han querido renunciar a esa originalidad que los caracteriza y a ese toque incluso modernista para decir que ha terminado el tiempo de la Pasión y ha comenzado el de la Gloria.
Dos corazones protagonizan este cartel de ‘María, espejo de Cristo’ en un juego de simetría que tiene como borde del espejo la orilla del río. En el centro, el perfil de Sevilla. Y arriba y abajo el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, como si fueran las dos caras del sentir de este nuevo tiempo.
En la hermandad del Sagrado Corazón, que tiene su sede al igual que la Hermandad de la Sed en la Parroquia de la Concepción, han recibido con alegría la elección de los autores del símbolo de su titular cristífero para protagonizar el cartel. En él, se muestra el corazón que su titular lleva en el pecho al descubierto de la talla, un corazón ardiente traspasado por la lanza de Longinos y rodeado de una corona de espinas. En el lecho del río, ese corazón tiene su reflejo, pero este está rodeado por una guirnalda de rosas, tiene clavado el puñal de los siete dolores de la Virgen y de él, en lugar de fuego, brota un inmaculado ramillete de azucenas en representación de la pureza.
M.P.M.