Nervión, a gorrilla por esquina

gorrillasLa puesta en marcha de la zona azul en las calles más comerciales de Nervión trajo consigo polémica y determinados cambios de hábito en la circulación de nuestro barrio. En concreto, la implantación del cobro por estacionar en los alrededores del transitado centro comercial Nervión Plaza y del estadio de fútbol Ramón Sánchez Pizjuán, ha desplazado la bolsa de aparcamiento de estos lugares de ocio a las calles más cercanas y libres de parquímetros.

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Esta nueva situación ha provocado un increíble aumento del número de “aparcacoches” ilegales en estas calles libres del sistema de pago. La situación es desbordante en algunas zonas y la picaresca de los “gorrilas” sobrepasa los límites de la legalidad a la vista de todos y supone un abuso para vecinos, trabajadores de la zona o visitantes.

La calle Manuel Casana es un ejemplo flagrante de este comportamiento “abusivo”. En esta vía paralela a Eduardo Dato y cercana al centro comercial y el estadio, un aparcacoches vigila cada una de las entradas a las calles perpendiculares que sortean la vía principal. Las calles Larra, Echegaray, Palacio Valdés o Ramón de la Cruz son tomadas como espacios particulares de negocio para los “gorrilas”, que se apostan en cada entrada a estas calles sin salida para controlar el estacionamiento en las mismas. De esta forma en Manuel Casana, si contamos a los que controlan la entrada a las calles Obispo González y José María Obando, pueden encontrarse a diario en torno a seis o siete gorrillas en un espacio de 350 metros. A este indignante comportamiento se suma además el control de estacionamiento en toda la zona contigua como la calle Santa Joaquina de Vedruna o Divino Redentor.

Pero las calles sin zona azul no son los únicos puntos de conflicto entre conductores y “gorrillas”. Las vías que cuentan con aparcamientos regulados se convierten en territorio libre para los “aparcacoches” una vez se termina el horario controlado. Ocurre por ejemplo en la calle Benito Más y Prats, donde a diario los “gorrillas” ofrecen aparcamiento a cambio de propina a los conductores incluso accediendo a la vía en dirección prohibida desde Luis Arenas, para ello no escatiman en trucos como cerrar el acceso al aparcamiento privado del centro comercial con cualquier obstáculo que se encuentren en la calle, ya sean vallas, barreras de obra o cualquier otro objeto y de esta forma hacer creer a los conductores que el parking está completo y sacar así su sueldo del día.

El problema de los gorrillas es muy antiguo y la zona azul solo traslada el foco del conflicto a otros lugares. Las multas, ante las que alegan insolvencia, no son una solución y mientras tanto decenas de conductores y sobre todo vecinos que aparcan a diario en estas calles tienen que abonar, por coacción o miedo, un “nuevo impuesto” a estos individuos.

Fernando Márquez

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