Quiso Nervión que su dolorosa tuviera los ojos del color del cielo que corona Sevilla. Y por eso los tiñó del azul. Hoy, el alcalde ha acompañado a la Hermandad de la Sed en la Parroquia de la Concepción y ha hecho oficial la entrega de la medalla a la hermandad, aquella que se configuró, como toda familia, en torno a una madre.
Era un cinco de junio de hace cincuenta años -ahí es nada- cuando la Virgen de Consolación era bendecida en la Parroquia de la Concepción. Nervión derribaba un nuevo lienzo de la ciudad y le decía a Sevilla que los barrios son la nueva sangre que ha venido a conquistar la ciudad. Medio siglo después, esta mañana la dolorosa de Nervión tenía a sus plantas un jardín de ramos de flores de los colegios cercanos que habían venido a visitarla.
La Hermandad de la Sed comenzó con la Virgen de Consolación, aquel día que la ‘niña de Nervión’ fue bendecida en aquella parroquia tan moderna, por el párroco Manuel Calero. Qué recuerdos traerá a los que lo conocieron. Llegaba a Nervión la ‘niña’ de ojos azules de Dubé de Luque, y con ella la emoción de un barrio que siempre quiso decir que aquí estaba él, con sus destellos y sus sombras, para plantarse en el corazón de la ciudad.
Aquel día nacía el sueño de la Hermandad de la Sed yendo a la Catedral a enseñarle al casco histórico cómo cree y siente Nervión, y aquel día ejercieron de padrino el Hermano Mayor del Sagrado Corazón de Jesús y la Madre Rosell, del colegio de la Sagrada Familia. Y el Padre Javierre dio la homilía, quién mejor que él, que sigue siendo ejemplo como lo es la hermandad de Nervión cada vez que se abren las puertas de la Concepción o de la Casa Hermandad.
Esta Medalla de la Ciudad de Sevilla no es solo un reconocimiento a la Virgen de los ojos azules, sino un reconocimiento a la hermandad que no ha parado de dar y dar al barrio, y al propio barrio, aquel sueño de los regionalistas que hoy es el distrito comercial de la ciudad. Nervión soñó, y el sueño fue cumplido. Benditos los que sueñan.
M.P.M.