Manuel López Farfán, la revolución en la música de la Semana Santa

El músico, de San Bernardo, creó algunas de las marchas procesionales más reconocidas del siglo XX, como ‘Estrella Sublime’ o ‘Pasan los campanilleros’.

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Sevilla, 1872, en el barrio de San Bernardo nace Manuel López Farfán, el músico que años más tarde supondría la mayor revolución en la música cofrade de nuestra ciudad. López Farfán estuvo estrechamente ligado al mundo militar desde muy joven y también su relación con la música es muy temprana y en 1899 ya compuso ‘Esperanza’, su primera marcha dedicada a una imagen de la Semana Santa de Sevilla, la Macarena. Desde ese año y hasta 1924, Farfán pasó por diferentes regimientos militares y sus composiciones, aunque especialmente bellas, se parecían mucho a las marchas que se componían en la época. De esta etapa destacan obras como ‘Spes Nostra’ o ‘El refugio de María’.

En 1919, Manuel López Farfán se hace cargo de la banda del Regimiento Soria 9, y el Domingo de Ramos de 1924, al frente de este grupo de músicos, el compositor inicia la revolución. En plena calle Sierpes y tras el palio de la Virgen del Socorro, de la Hermandad del Amor, y con letra cantada de Raimundo Hernández, suena ‘Pasan los Campanilleros’, una marcha dedicada al Cristo de las Siete Palabras, y que aquella tarde sonó, por petición popular, varias veces, incluso dentro de la iglesia una vez concluida la estación de penitencia.

Aunque luego ha habido otras letras que acompañaban a esta reconocida obra de Farfán, los versos originales decían: «En la cima del monte Calvario, orlada de nubes, brillaba una Cruz. Y a los pies con el Santo Sudario esperaba María un rayo de clara luz. Que luz era su hijo Jesús, luz radiante que alumbra cielos y tierra y esparció de sus ascuas amor, caridad y virtud».

La revolución se había iniciado y el siguiente Domingo de Ramos, suena, por primera vez en Sevilla, ‘La Estrella Sublime’. Una aplaudida marcha que se ha convertido en banda sonora de la Semana Santa, y que sin duda alguna está dedicada a la Virgen de la Hiniesta. La madrugada del Viernes Santo de ese año también veía la luz otro de las grandes composiciones del músico de Nervión,’ La Esperanza de Triana’.

El éxito de López Farfán llegó incluso a superarlo, ya que el Martes Santo de 1925, se estrenaba ‘El Dulce Nombre’, una marcha tan aclamada que la hermandad del mismo nombre llegó a prohibir que se tocara tras el palio debido a la algarabía que se formaba durante su interpretación. López Farfán murió en 1944, tras componer maravillas como ‘Ntra. Sra. De la Palma’ o ‘La Virgen en sus lágrimas’, o su última y única composición dedicada al barrio que le vio nacer: ‘El Cristo de la Salud’ (1939).

Fernando Márquez

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