Las historias de los santos que aparecen en lugares y calles de los barrios de Nervión pueden parecer conocidas, pero no lo son tanto.
En este Día de Todos los Santos, repasamos las curiosas historias de aquellos hombres y mujeres que subieron a los altares y que hoy bautizan algunos espacios de nuestro distrito. Hemos seleccionado algunos para adentrarnos en su historia. No están todos los que son, pero sí son todos los que están.
Monja carlista con ocho hijos
Junto al edificio Sevilla 2 se encuentra el Colegio de las Carmelitas y la calle Santa Joaquina de Vedruna. Esta santa natural de Vic y fundadora de las Carmelitas de la Caridad es un caso singular, ya que no solo fue de una adinerada familia catalana, sino que entró en el convento con más de 40 años, algo que había deseado desde pequeña, cuando se quedó viuda -algo que se lo vaticinó una voz que escuchó-. Antes, había tenido ocho hijos de los que murieron dos.
La santa comulgaba con los ideales carlistas -daba refugio en secreto a los partidarios de estos ideales-, y durante la Primera Guerra Carlista tuvo que marcharse al exilio en Francia, donde permanecería tres años en el destierro. Ya monja, fundó por toda España colegios y conventos, aunque pronto la desdicha seguiría atizando su vida. Le vino la parálisis que le fue consumiendo durante cuatro años hasta llegar a perder el habla, y finalmente una epidemia de cólera acabó con su vida. Está representada en una estatua en el exterior de la nave lateral de la Sagrada Familia de Barcelona, la obra magna de Gaudí.
El fraile que escribió por orden de la Virgen
Junto a lo que queda del Convento de San Agustín podemos encontrar una calle que lleva el nombre de San Alonso de Orozco. Natural de Oropesa, este fraile agustino vivió el siglo XVI prácticamente completo. Sí que tuvo una relación con Sevilla, ya que fue prior del enorme convento de la Puerta de Carmona durante cuatro años. Allí fue donde, en sueños, el santo dice que la Virgen se le aparece en sueños encomendándole que se dedique a la literatura.
Y vaya que si escribió. Hasta 60 obras en latín y en castellano, incluyendo una curiosa ‘Historia de la Reina de Saba’ y su propia autobiografía, por la cual podemos conocer su vida al detalle. Murió en un convento agustino de Madrid hoy desaparecido. Sobre sus cimientos se levanta el Senado.
El milagro del niño en el horno
San Diego de Alcalá es uno de esos santos a los que en su día se bautizó como se quiso, y que no era de Alcalá sino de San Nicolás del Puerto. El hombre que da nombre a la parroquia de El Plantinar tiene una historia legendaria en Sevilla, en la hoy Cuesta del Bacalao. Esta calle fue conocida en su día como Horno de las Brujas, pero no por lo que pensáis. Se dice que era porque allí había dos hermanas procedentes de la ciudad belga de Brujas que hacían pan. Aunque a la gente le dio igual, y seguían diciendo que eran brujas de las que tienen verrugas y que hacían aquelarres en unas catacumbas bajo la calle. Estas «catacumbas» existen, porque en el subsuelo de la esquina con Abades hay restos de unas termas romanas.
Pero volviendo al siglo XV, San Diego va por esta calle y oye a una mujer gritar porque su hijo se está quemando en el horno. Al parecer, el niño había llegado a las tantas y se acostó dentro del horno frío. Por la mañana, la madre no se dio cuenta y encendió el horno para empezar a hacer pan. Entonces San Diego le dice que vaya a rezarle a la Virgen de la Antigua, y parece que resulta, porque el niño sale andando del horno entre las llamas y sin un solo pelo quemado.
Granada será tu cruz
Si hay uno de esos santos cuyo nombre está íntimamente ligado a nuestro distrito ese es San Juan de Dios. En el nuevo hospital que se construye tras el antiguo en Eduardo Dato hay una gigantesca granada en la esquina superior, que es también el símbolo de la orden. Esta fruta con forma parecida al corazón humano fue el símbolo que Dios le dio a San Juan de Dios con la frase: «Juan, Granada será tu cruz» -refiriéndose a que debía realizar su gran obra de caridad y servicio en la capital de la Alhambra, donde el santo es muy querido y está presente por toda la ciudad-. Se le apareció en forma de niño cuando se dirigía a Granada, donde luego abriría una librería.
Su vida es de película. De origen portugués, fue soldado a las órdenes de Carlos V en la defensa de Viena del asedio por los turcos, trabajó en la reconstrucción de las murallas de Ceuta y, tras su conversión en Granada, vagaba descalzo por las calles gritando sus pecados, por lo que lo encerraron en el manicomio del Hospital Real. Allí conoció de primera mano las desgracias de los enfermos, a los que dedicó su vida. Además, en el incendio del hospital se jugó la vida para salvar a los enfermos sacándolos entre las llamas. Murió de agotamiento tras salvar a un hombre que se estaba ahogando en el Genil.
Patrón de los perros
Da nombre a todo un barrio, el de San Roque, y también a la parroquia que custodia al Cristo de San Agustín, el Señor de las Penas y la Virgen de Gracia y Esperanza. A San Roque se le representa siempre con un perro acompañándolo -sí, y es también célebre el trabalenguas que habla del perro de San Roque que no tiene rabo-, y en América Latina se le considera el patrón de los perros.
¿Por qué lleva un perro? Pues San Roque fue un santo francés de una familia muy rica que, al morir sus padres, lo donó todo para hacerse peregrino. Al llegar a Roma, se dedicó a atender a los que padecían ‘peste de tifo’, a los que nadie quería atender. Pero claro, un día se contagió, y decidió esconderse en el bosque cubierto de úlceras y costras para no contagiar a nadie. Y entonces entra en acción el perro. Porque dicen que el perro, que pertenecía a una casa noble romana, cada día tomaba con su boca un pan de la mesa de su amo y se lo llevaba a Roque para que comiera. Hasta que un día el dueño lo siguió a ver a dónde iba, y se encontró al santo y lo llevó a su casa para cuidarlo. Por eso es también un santo al que se recurre ante las epidemias.
La monja traicionada
En la zona aledaña al Campo de los Mártires, una calle lleva el nombre de Santa Juana Jugán. Su vinculación con esta zona está muy cerca: es la fundadora de las Hermanitas de los Pobres, que tienen su sede en Luis Montoto. Nacida a finales del siglo XVIII en el norte de Francia, esta mujer comenzó a recoger ancianos inspirada por la Orden de San Juan de Dios, y a darles cobijo, atención y alimento.
Cuando su pequeña asociación se estaba haciendo grande, como pasa muchas veces, el Vicario Parroquial le arrebató su obra, la destituyó y la dejó como una monja más. Juana no solo no se quejó, sino que permitió que su labor se borrara en el tiempo, hasta el nivel que hasta 30 años después de su muerte nadie supo que ella había sido la fundadora de las Hermanitas de los Pobres.
La mujer repudiada que encontró la Cruz de Cristo
Paralela a la Avenida de la Cruz del Campo, aparece una calle en la que las villas regionalistas aún perviven. Pequeña y discreta, recibe el nombre de Santa Elena. Esta santa era romana y vivió a caballo entre los siglos III y IV, y era la esposa del militar Constancio, que con tal de conseguir un puesto en el Gobierno, repudió a Elena condenándola a una vida de humillación. Fue entonces cuando se convirtió al Cristianismo.
Pero a la muerte de Constancio, los militares eligieron emperador al hijo de Elena, Constantino. En una de sus batallas, a Constantino se le apareció Cristo en sueños diciéndole que si combatía bajo el símbolo de la cruz, vencería. Y así fue. El nuevo emperador, que ya se volcaba con su madre, la dignificó con el rango de emperatriz y le permitió usar el dinero del Gobierno para obras de caridad. Constantino decretó entonces que los cristianos eran libres de la persecución que hasta ese momento se había cebado con ellos.
Mientras, Santa Elena viajó a Jerusalén. Se dice que encontró la Cruz de Cristo en el Monte Calvario. También se trajo a Roma la escalinata del palacio de Poncio Pilatos por la que subió el Mesías, que está instalada frente a la Basílica de San Juan de Letrán de la capital italiana. También habría traído a Roma las reliquias de los Reyes Magos que luego estuvieron en Milán y que hoy custodia la Catedral de Colonia. Y fundó en Tierra Santa, entre otras, la Basílica de la Natividad en Belén. También se le atribuye el hallazgo del Santo Sepulcro. Por todo esto, Santa Elena es considerada la patrona de los arqueólogos.
Además, si quieres conocer la historia de San Bernardo, que da nombre a la calle principal del barrio que lleva su nombre, te la contamos en su día aquí.