La pionera del automovilismo en el arrabal de San Bernardo

Camille Du Gast durante la carrera París-Madrid en 1903.

¿Qué hacia la pionera francesa del automovilismo en la Parroquia de San Bernardo en noviembre de 1905? Una visita muy especial.

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Hija de la velocidad

Antes de contaros lo sucedido en San Bernardo, os contaremos quién es esta mujer que hizo todo lo que a las mujeres les estaba prohibido o se consideraba «que no era de señoritas». Camille Du Gast era una mujer francesa de buen humor y encanto natural, pero también una luchadora por los derechos de las mujeres que en algunos casos escandalizó a sus coetáneos.

Pero eso a ella le daba igual. En 1895 ya era piloto de globos aerostáticos en una empresa que montó junto a su marido. Más tarde vendría su afición al tiro con rifle, al paracaidismo o a la esgrima, además de a conducir lanchas fueraborda. Fue defensora de los derechos de los animales -con campañas contra la tauromaquia- y activista para defender a las mujeres en situación de exclusión. Pero sobre todo era una aficionada a los coches, lo que la convirtió en la primera mujer afamada del automovilismo, y la segunda en competir en carreras. Está considerada la segunda mujer en obtener el permiso de conducir.

Todo empezó cuando se compró un coche y decidió que lo iba a conducir ella, algo que en Europa estaba mal visto, ya que las mujeres debían ir como pasajeras y que fuera el chófer el que estuviera en el volante. Pero eso fue solo el principio. En 1901 compite en la carrera París-Berlín, y en 1903 en otra París-Madrid. Poco tiempo después fueron las asociaciones de automovilistas francesas las que prohibieron la participación de mujeres en las carreras, lo que provocó fuerte indignación en Du Gast. Tras esas prohibiciones, decidió pasarse a las lanchas y seguir sus aventuras.

Du Gast en San Bernardo

Y llegamos al arrabal de San Bernardo, a donde Camille Du Gast llegó en noviembre de 1905. Curiosa por naturaleza, la francesa llega a las tres y media de la tarde a la parroquia, acompañada de José Márquez Vázquez, según cuenta José María Lobo -antiguo hermano mayor de San Bernardo- en su libro ‘Las Glorias sevillanas en los primeros años del siglo XX’, una obra muy recomendable.

De visita en Sevilla, la piloto de carreras quería ver el paso de la Virgen del Refugio tal y como sale cada Miércoles Santo. El problema es que estábamos en otoño. Sin embargo, la hermandad accede a su petición y monta el palio de la Virgen del Refugio en la nave de la Epístola de la Parroquia de San Bernardo. A su lado, se montó un altar de insignias y seis hermanos vestidos de nazarenos con insignias la recibieron en la puerta junto al párroco José María Bravo y el hermano mayor.

«La Hermandad, por acuerdo de su digno hermano mayor, nombró a la distinguida forastera ‘hermana honoraria’, tomándole juramento de sus Reglas ante la imagen de la Santísima Virgen, que figuraba en su paso de palio», cuenta José María Lobo en su libro. Tras aquella visita emocionante, la pionera francesa abandonó el templo entre los aplausos y vivas de los vecinos del barrio. Una historia diferente de aquel año en el que San Bernardo montó su palio en pleno otoño para satisfacer los deseos de una mujer de bandera.

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