Pasan ya años y parece que solo ha cambiado una ruina por otra. A pesar del derribo de las galerías de la Cárcel de La Ranilla, allí sigue el edificio principal con la puerta cubierta por hojas de metal, vallado, y solo en un páramo en el que solo le hace compañía el nuevo centro cívico. El resto, el parque, sigue sin movimiento.
La delegada del Distrito Nervión, Pía Halcón, prometió que el parque estaría antes de finales de año, y que a las obras se van a destinar millón y medio de euros. Pero allí están inmóviles los restos de una época de ambición y bonanza económica que parece muy lejana. No hay obras, hay vegetación salvaje en algunas zonas y restos de material esperando a ser utilizado dentro de sus plásticos, que contrasta con las losas de mármol y las estructuras metálicas que son solo un fantasma de un sueño. Mientras, La Ranilla sigue esperando los árboles, y los vecinos siguen preguntándose si esta, al fin, será la vencida.
R.N.