Soy un joven universitario que reside en Nervión. Estudio en una universidad bastante alejada de casa para la cual, a la hora de ir a clase tengo que usar el transporte público diariamente, concretamente el metro. Especifico qué transporte uso porque para el metro no existen subvenciones ni ayudas para estudiantes universitarios como si ocurre con el autobús urbano. Todo tiene su lógica y lo explicaré más adelante.
Cuando se estrenó (con muchísimo retraso, por cierto) el Centro Cívico Sindicalistas Soto, Saborido y Acosta, antigua Ranilla, me alegré bastante, pues veía que se acababa el problema de tener que estar todo el día fuera de casa y casi vivir en la universidad para ir a la biblioteca, a las clases y comer allí mismo. Pero no fue así, ya que una vez estuvo abierto dicho centro cívico al público y su sala de lectura, observamos que carecía de medios suficientes para aquellos estudiantes que, en los tiempos que corren, necesitamos internet para realizar prácticamente todas nuestras tareas, ya fuera un trabajo de investigación como el proyecto de fin de grado, buscar información para realizar apuntes, mandar una tarea a tus profesores e incluso, por ridículo y básico que suene, abrir un PowerPoint desde el “aula virtual” de tu universidad.
He ido a dicho centro cívico en múltiples ocasiones desde que se estrenó. Recuerdo que en tiempos muy lejanos, si tenías suerte, se alineaban los planetas y astros y no era martes 13, podías incluso conectarte a la red wifi del centro cívico (había numerosos carteles con el nombre de usuario y contraseña que ahora tienen una función decorativa). Si tenías que usar internet y te quejabas en el mostrador de la planta baja, te respondían con mala cara (el tono de la respuesta lo dejo a la elección de cada uno): “No hay wifi” o “Tenemos una sala con ordenadores e internet, úsala si es que no está ocupada”. Cosa que a muchos no nos vale porque manejamos los archivos desde nuestro portátil, y si es que tenemos que usarla porque estamos desesperados (como más de una vez le ha pasado a un servidor), da la casualidad de que hay un taller de distrito usando dicha aula.
Lo que critico es la falta de medios en este centro cívico. Muchos estudiantes nos ahorraríamos bastante dinero en transporte y tiempo en paseos innecesarios si tuviéramos un centro cívico en condiciones, con todos los medios posibles o al menos lo mínimo que se pueda despachar, como es internet.
También es para criticar el estrecho horario del centro cívico durante los fines de semana. Un horario que creo que se aplica a toda la red de centros cívicos de Sevilla, lo cual ya sería terreno y competencia del Ayuntamiento de la ciudad. ¿Una de las ciudades con más estudiantes universitarios (sin contar institutos, formación profesional, enseñanzas medias) y con bibliotecas limitadas? ¿Realmente vivimos en el siglo XXI? Incluso algunas universidades ponen problemas para que alumnos de otras facultades entren allí… ¿y siguen manteniendo cerrados los centros cívicos los sábados por la tarde y los domingos?
Escribo mi queja aquí como primer paso. No por gusto, sino porque soy un inconformista debido a que tenemos un edificio público que ha sido construido para los vecinos de Nervión y no lo podemos aprovechar al cien por cien. Entiendo que el presupuesto en Sevilla esté ajustado, pero que se recorte en otros sectores y no en la inversión de los jóvenes estudiantes.
Por estos motivos, pido al Gobierno Municipal y a la Junta de Distrito de Nervión que le dé a sus vecinos lo que nos merecemos, lo que nosotros mismos hemos pagado a través de los impuestos, por el bien y el futuro de los jóvenes estudiantes del barrio y de Sevilla.
Pablo Espada es estudiante y vecino de Nervión