Crónica: Los guardianes verdes alzan la voz en las avenidas de Nervión

Varias plataformas de defensa de los árboles se unen en una marcha por las avenidas de Nervión contra el proyecto de ampliación del tranvía.

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Manifestarse a finales de junio en Sevilla es algo como para pensárselo. Más aún si la elección del lugar implica grandes avenidas en las que el sol del atardecer sigue calentando el asfalto hasta las últimas horas del día. Ayer la cita era a las 20.00, convocada por Tranvía Verde, la plataforma que lleva luchando meses para que esta ampliación no se lleve por delante la espina dorsal verde de San Francisco Javier y Luis de Morales. Tras esta asociación, una cara visible de 28 años, la de Javier Alba, que hoy capitanea a las entre 50 y 100 personas que se han reunido para decir que otra ampliación del tranvía es posible.

Hace tan solo unas horas que el alcalde ha anunciado dos corredores verdes en los costados de las avenidas, por donde ahora discurren las vías de servicio. Y estaba aún la tinta de los diarios de la mañana fresca cuando los representantes de Adelante Sevilla en el ayuntamiento le han contestado diciéndole que lo que propone «no se puede hacer». Esa es una de las cosas que le explica el representante de Tranvía Verde a los asistentes de viva voz en la esquina de Sevilla 1: «Saldremos a las 20.30, y vamos a ir en todo lo posible pegados a la mediana de los árboles que Juan Espadas quiere talar. Señores, deben saber que este tranvía lo vamos a parar. Podrá decir el alcalde que los árboles los va a trasplantar, aunque sus propios informes dicen que no se puede. Que va a plantar árboles en un espacio donde no se pueden plantar», explica Alba con la mascarilla puesta, como todos los demás asistentes.

Alba se refiere a la compleja situación de las vías de servicio en estas avenidas que también han recordado los de Adelante Sevilla -que están presentes en la protesta-, y es que las canalizaciones que van por las entrañas de estas vías de servicio complican la posibilidad de plantar árboles en estos espacios, por los que Espadas ha dicho que irán los corredores verdes. Desde Equo proponen que, en lugar de tranvía, se lleve a cabo un ‘tranvibus’, una especie de híbrido entre tranvía y autobús que ya está en funcionamiento en otras ciudades. De hecho, traen una enorme lona en la que se representa al vehículo y que acompañará la protesta. Ellos llevaban en su programa en las últimas elecciones dos corredores verdes que, en forma de cruz, surcaban Nervión de punta a punta, aunque nunca más se supo. Por su parte, desde Tranvía Verde llegaron incluso a plantear un proyecto alternativo a esta ampliación en la que los vagones discurrían por los laterales de las avenidas.

En la protesta que se convoca bajo el lema #Noalatala -aunque desde el ayuntamiento afirman que no se va a talar ningún árbol en esta ampliación- hay gente de todas las edades. Algunos vienen con su bicicleta y cada uno ha traído su cartel hecho de casa. Mientras la marcha arranca, un hombre enseña el suyo a los coches que pasan por Ramón y Cajal en el contraluz de la avenida. En el cartón se lee: «Soy tu pulmón». Algún perro también reivindicativo se ha unido a la marcha, acompañando a su dueño y con pequeños carteles colgados de sus costados.

La idea de esta marcha en un principio era colgar carteles en los árboles (128) que el proyecto sacará de una mediana con fecha de caducidad. Pero el convocante recuerda que la ordenanza les prohíbe hacerlo, y por ello habrá que conformarse con marchar por estas avenidas lanzando sus proclamas. Mientras se organizan en el pequeño bulevar del final de San Francisco Javier y esperan a que la policía corte la mitad de la avenida, una suave brisa de verano refresca la tarde. Y este pequeño rincón verde regala un espacio de sombra que me hace valorar lo que pueden hacer unos árboles en una ciudad como la nuestra y en un distrito, tristemente, tan lleno de tráfico.

La policía municipal corta las calles, la nacional abre camino y escolta a los manifestantes. Mientras discurren por el primer tramo de San Francisco Javier, uno de los que lleva la pancarta de la cabecera le explica a una mujer lo que supondrá la ampliación del tranvía por estas avenidas. De fondo, los asistentes corean unas hipotéticas palabras de los árboles: «Si no me cuidas, no respiras». En la mediana arbolada que está suponiendo un escollo para uno de los proyectos estrella del alcalde, sin embargo, se puede ver a simple vista que no los cuidamos. Ni a los árboles ni a la larga rosaleda que tiñe de rojo la avenida. Entre los rosales hay latas vacías, papeles, plásticos y bolsas de papel de los restaurantes de comida rápida. Esos que a esta hora son lugar de destino de los grupos de chavales que acuden para su merienda-cena calórica y que se sorprenden al ver la manifestación a su paso por la avenida.

El responsable de Tranvía Verde es el eje vertebrador de la protesta, organiza y arenga, reclama y controla. «La policía nos ha pedido que no nos paremos en el cruce. Nos están tratando muy bien, así que no nos quedemos parados y vamos a hacerles caso», dice al casi centenar de personas antes de llegar a la esquina del colegio de las Carmelitas. Mientras, un agente de la policía nacional bromea con un pequeño de unos siete años que, con su bici, encabeza en este momento la protesta cuando está llegando a Sevilla 2. El niño va susurrando en voz baja «Plan Respira, Plan Respira». Al paso de la protesta por la plaza renovada de delante de Sevilla 2 -ese infierno urbanístico en el que el único verde que puedes ver es el limón de tu gintonic-, algunos de los que disfrutan en las terrazas rompen en aplausos para apoyar la protesta. Algunos de los que protestan se acercan a los viandantes para explicarles su causa.

Atardece en Nervión. Y mientras los manifestantes van llegando a Eduardo Dato al grito de «Juan Serrucho tala mucho», la avenida sigue con su cotidianidad de bolsas de tiendas y cervezas frías. Los últimos rayos de sol, como si estuviera planeado, dan luz al verde de las hojas de los árboles de la mediana. Es el último capítulo de una serie de denuncias hechas por grupos verdes en un distrito que necesita mucho de ese color. Atrás quedaron los árboles desaparecidos de la Avenida de Cádiz, el eterno conflicto de las melias del viejo Mercado Puerta de la Carne, las plantas marchitas del mercado nuevo, los árboles cuyas ramas cayeron en Marqués del Nervión y Ramón y Cajal, los ejemplares que unas obras acabaron matando en la calle Almotamid, los alcorques vacíos o con los tocones como reliquia de los árboles que se fueron, los parterres cementados de Eduardo Dato llegando a la Gran Plaza… La lucha por una ciudad sostenible que abre debates es bienvenida. Hablar para encontrar puntos de encuentro, y para defender el aire, nuestro bien más preciado. Porque esto va de aire y de salud, no es una cuestión estética. Y Nervión necesita un aire más limpio y unas calles más habitables, por nuestro bien y el de los que vendrán.

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