Desde la Ciudad Condal, Isabel Montero mira su antiguo barrio con cariño y nostalgia. Publicista de 25 años, esta vecina de Avión Cuatro Vientos, en el límite sur del barrio, está haciendo un máster en Barcelona, una ciudad donde siempre quiso vivir. Allí compagina el estudio con prácticas y con la búsqueda de empleo. Esta trabajadora incansable nos da su visión de Nervión.
¿Por qué te fuiste? Porque siempre me ha gustado viajar; conocer gente nueva y sus costumbres, distintas formas de pensar y de hacer las cosas, vivir en sitios nuevos. Todo esto te va haciendo más grande, te abre la mente, te va enseñando. Antes de llegar aquí ya pasé temporadas en Rouen (Francia) y Liverpool (Inglaterra), supongo que ahora tocaba un poco de sol. Cuando me aceptaron en el máster que quería lo tuve claro: cogí un vuelo Liverpool-Barcelona y aquí estoy.
¿Qué echas de menos de tu barrio? Tener a mis amigos a diez minutos de distancia, ir por la calle saludando a todo el mundo, el olor del azahar en primavera, las tapitas y el jaleo de los bares, sentir que podría andar por las calles con los ojos cerrados porque cada rincón está grabado en mi mente, los serranitos del Marbella los domingos por la noche, que el frutero y el panadero me conozcan y me pregunten por mi familia, el acento sevillano… si sigo no acabo nunca. Sería más sencillo decir lo que no echo de menos, que es esperar eternamente al autobús en la parada de San Francisco Javier, pero tampoco es para tanto, se coge un buen color de piel esperándolo en verano.
¿Qué has descubierto fuera de tu barrio? ¿Qué hay allí que no tenga nada que ver con lo que veías como algo normal aquí? Siempre he vivido en ciudades pequeñas: Sevilla, Rouen, Liverpool. En una ciudad de la envergadura de Barcelona las distancias son mucho mayores, y pensaba que eso no lo iba a llevar nada bien, pero la realidad es que el metro consigue acercar los rincones más distantes de esta ciudad sin que apenas te des cuenta. En este sentido puedo decir que no hay grandes problemas, sino grandes soluciones.
¿Has encontrado lo que esperabas? ¿Cómo es tu vida allí? Estoy muy contenta con esta etapa de mi vida. Barcelona es una gran ciudad llena de posibilidades. Oferta cultural, ocio, infinidad de comercios y centros comerciales, un pequeño cine en cada rincón, sol, playa… Pero yo vine para estudiar y una vez acabe, intentar encontrar trabajo. Todavía es pronto para hacer una evaluación. Puedo decir que la formación y la oferta de prácticas en empresa son excelentes aquí. Creo que a nuestras universidades sevillanas les falta aún mucho en este sentido.
¿Cómo presumes de tu barrio en Barcelona? Siempre digo que vivía en una zona inmejorable de la ciudad, en el centro de todo. Cerca del casco histórico, de los mejores bares, con la universidad al lado, llenas de vida las calles… pero al final lo que todos quieren oír es que “Sevilla tiene un color especial”. Los tópicos siempre ganan.
¿Cómo ves desde fuera la situación de tu barrio comparándolo con el lugar donde estás ahora? No me gustan las comparaciones, sobre todo en cosas que no tienen comparación; pero es cierto que cuando vuelvo a pasar unos días en Sevilla, siempre la noto igual. Nada cambia. Nada evoluciona. Es como una fotografía viva. Mi fotografía favorita, para ser sinceros.
¿Vas a volver? Mi familia y mis amigos están allí. Cada vez que pueda, volveré. Pero de momento, nada más que a pasar las vacaciones, todavía es pronto para plantearme cualquier otra cosa.
¿Recomendarías a alguien irse fuera? ¿Por qué? No me gusta dar consejos, creo que cada cual tiene que escoger su propio camino, y el mío pasaba por irme fuera. Para mí ha sido y es una experiencia enriquecedora; me hace más fuerte, me enseña y me abre los ojos. No digo con esto que sea fácil. No estoy aquí de Erasmus (ese tiempo ya pasó) y la realidad es que estar fuera de tu casa, de lo que conoces, puede ser desconcertante y duro. Con todo, estoy feliz de las decisiones que he tomado, y espero seguir viajando y conociendo otras ciudades y otras culturas siempre que tenga la oportunidad.