El nombre de las calles: Rodrigo de la Bastidas

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Notario afincado en el barrio de Triana, que decidió cambiar su vida en la capital hispalense por el exotismo y la aventura en un nuevo mundo, Rodrigo Galván de las Bastidas fue uno de los primeros descubridores en otear el horizonte americano después de que generase un enorme interés por los viajes transatlánticos.

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Nacido en el año 1445, Rodrigo de Bastidas trabajaba como escribano en Triana cuando, a finales del siglo XV, un marinero genovés descubre todo un mundo nuevo más allá del Océano Atlántico. Interesado por las nuevas tierras, decide embarcar hacia lo desconocido.

Rodrigo acompaña a Cristóbal Colón en su segundo viaje a las Américas en 1493, expedición que tenía como objetivo explorar, colonizar y predicar la fe católica por los territorios que habían sido descubiertos en el primer viaje, todo ello bajo el amparo de las bulas alejandrinas que protegían los territorios descubiertos de las reclamaciones portuguesas. Pero al trianero aún le quedaba por ver muchas tierras nuevas. Así, el 5 de junio de 1500 celebró un contrato con la Corona Española que le concedió licencia para descubrir islas o tierras no visitadas por el Almirante Colón ni otros navegantes o que pertenecieran a la corona lusitana, a partir de las costas del Cabo de la Vela en Coquibacoa.

La expedición costaba 377.547 maravedises de oro, que Bastidas costeó junto a 20 personas y en 1501 zarpó del puerto de Cádiz en dos naves: San Antón y Santa María de Gracia, más un bergantín y un chinchorro. Acompañado por el experimentado piloto y cartógrafo Juan de la Cosa y un oscuro hidalgo aventurero llamado Vasco Núñez de Balboa, siguió la ruta marcada por Colón en su tercer viaje a las Américas, para arribar a las costas de lo que hoy es Venezuela. Tras recorrer dichas costas, sobrepasó el límite de lo descubierto y llegó la costa de la actual Colombia. Allí encontró la bahía de Santa María y la desembocadura del río Magdalena.

Además, llegó al emplazamiento de uno de los puertos más importantes de la época, Cartagena de Indias, llamada así por su semejanza con la bahía levantina. Tras pasar el golfo de Urabá, Rodrigo de Bastidas vería tierras de otro país: Panamá, done avistó el istmo que lleva su nombre. Finalmente, se detuvo no muy lejos del actual canal de Panamá, hasta el puerto que él bautizó en su honor como ‘El Escribano’.

Rodrigo_de_Bastidas_EstatuaSin embargo, el viaje no pudo continuar, ya que las naves estaban a punto de naufragar a causa de la broma, un molusco lamelibranquio que perforaba las cuadernas de roble de las quillas, por lo que ordenó poner proa a la isla Española. Pero al final tuvo que volver a España junto a otra expedición. Llegando a la Península en 1502, recibió como recompensa a sus descubrimientos, que no sació sus deseos indianos, por lo que organizó otra expedición en 1524 con el visto bueno del emperador Carlos I.

En este nuevo viaje se dirigió desde Santo Domingo a Tierra Firme, donde fundó la ciudad de Santa Marta, de la que fue gobernador. Esta es una de las primeras ciudades continentales de América que aún existe y desde allí emprendió la conquista del territorio de los indios de Bonda y Bondigua, donde recogió buenos botines de oro.

Pese a la leyenda negra que tiene España en cuanto se habla del Descubrimiento de América y su posterior colonización, Rodrigo era un hombre bondadoso, conocido por su trato suave y sin violencia hacia los nativos, lo que le permitió tener buenas negociaciones a la hora de los trueques. Pero hubo muchos que no estaban contentos con esta gestión: sus propios hombres. Estos odiaban el trabajo manual que les imponía y las privaciones que sufrían. Como resultado de una conjura dirigida por su teniente general, Pedro de Villafuerte, varios hombres entraron por la noche en su casa y trataron de acuchillarle; no lo mataron, pero quedó gravemente herido.

Bastidas decidió ir a restablecerse a Santo Domingo y dejó la colonia en manos de Rodrigo Álvarez Palomino. No llegó a su destino, pues la nave en que iba fue a parar a Santiago de Cuba por culpa de los vientos. En ese lugar, en el año 1527, fallece por las heridas recibidas. Mientras, los conspiradores encontraron la muerte ajusticiados por el sucesor del trianero.

Sus restos reposan en la Catedral de Santo Domingo (capital de la República Dominicana), debajo de una losa que sirve de grada al altar.

R.N.

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