Dos años de matorral y olvido en La Ranilla

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Hace dos años que las obras del Parque de La Ranilla se pararon. Desde ese momento, el que iba a ser el segundo gran parque de Nervión se quedó en un sueño hijo de una época de bonanza. Esqueletos de acero y mármol entre jaramagos son la sombra de un parque que supone la tristeza de los vecinos.

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Si antes de verano se veía la luz en la zona de La Ranilla, el desánimo y la inquietud de los vecinos se han convertido en la tónica de un día a día marcado por una vallas que no desaparecen. Como un fantasma, la antigua cárcel provincial espera una vida mejor como espacio a cubierto de un parque puesto en marcha por al anterior gobierno socialista de Sánchez Monteseirín. Una época en la que se pensó que el mármol y las estructuras de metal simulando las antiguas galerías serían el símbolo de un parque con tintes de memoria histórica.

Antes del verano de 2013 se anunció una partida de millón y medio de euros para reactivar las obras del parque en septiembre. Ni un movimiento. Se volvió a preguntar en las juntas de distrito, la delegada, Pía Halcón, intentaba salir de la encrucijada justificando que los acuerdos con la constructora no acababan de cerrarse. Entonces llegaron las pintadas en las monumentales entradas al parque, aún de ladrillo visto, en las que los vecinos suplicaban al alcalde que acabara el parque.

Se habló de una nueva fecha, y los vecinos esperaron que en diciembre, como había dicho la delegada, las máquinas volvieran a entrar en un parque olvidado. Ese momento nunca llegó. Ahora, con el parque como un fantasma de lo que pudo ser y no es, los vecinos siguen aguardando una nueva fecha, cansados de agotar los plazos y viendo a sus hijos crecer sin disfrutar un parque que debió ser una realidad hace más de dos años.

R.N.

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