En esta época en la que empieza el buen tiempo y los jóvenes disfrutan de sus “locas” vacaciones, la sociedad en general y en especial la población adolescente y de jóvenes adultos aumentan la frecuencia y el consumo de alcohol.
Los efectos de esta sustancia tóxica sobre el cuerpo humano son “malamente” conocidos y se vive con el pensamiento de que siempre se controla o que el consumo que se lleva a cabo es moderado y que por eso no va a pasar nada. En la nutrición, como en otro cualquier aspecto de nuestra vida, hay que tener presente que cada individuo es distinto a otro y que por este motivo los nutrientes, tóxicos y drogas, no afectarán a todas las personas en el mismo grado de gravedad.
El consumo de alcohol responsable puede conducir a algunas personas a sufrir un aumento de la hipertensión arterial. Incluso, a personas que ya sufren esta enfermedad puede perjudicarles en su tratamiento, ya que la interacción del alcohol-organismo-fármacos puede hacer que el efecto de estos últimos se vea mermado.
Por otro lado, bien es conocido el efecto que provoca el alcohol cuando es consumido en exceso: pérdida de memoria, afectación a la capacidad de razonamiento o afectación de la coordinación motora. Todo esto es resultado de un daño neurológico, lo que a corto plazo parece un efecto pasajero, a largo plazo puede derivar en un daño permanente. Otros problemas que se pueden derivar de la degeneración neuronal son: entumecimiento o sensación de hormigueo en brazos y piernas, dificultades para empezar a orinar o escapes de esta y/o problemas de erecciones en hombres.
Bien es conocido que en embarazadas no es aconsejable tomar alcohol, ya que el feto puede sufrir defectos en su formación y desarrollo psicológico. Pero, ¿Sabía que existe una enfermedad que se denomina síndrome de alcoholismo fetal?
Para acabar este artículo, nos referiremos a cómo afecta el alcohol en la composición corporal, más en concreto en la ganancia de peso. El alcohol contiene un número elevado de calorías, concretamente 7 Kcal por 1 g de alcohol. Siendo superior incluso que a las 4 Kcal/g. que ostentan los hidratos de carbono. No hay que olvidar que nos referimos solo a las Kcal pertenecientes al alcohol, por tanto deberíamos de sumarle las Kcal de los productos con los que estos se combinan. A pesar de esto, el mayor problema no es el contenido calórico, sino que las 7 Kcal por 1 g de alcohol, son las denominadas calorías vacías, es decir, no aportan nada beneficioso al organismo.
Es necesario difundir las consecuencias y los efectos del alcohol para concienciar a la sociedad de su peligrosidad y así conseguir atenuar el consumo de este.
Pablo Vélez Ortiz es nutricionista y dietista y puedes encontrarlo en @NDencasa