Los Peregrinos de Nervión nos cuentan en primera persona su camino desde la Parroquia de la Concepción hasta la ermita de las marismas de El Rocío. Una peregrinación sencilla sin simpecado ni carretas, solo precedida por una cruz de madera.
«Hace solo un par de días que hemos llegado de caminar y la nostalgia ya invade nuestros cuerpos y solo los recuerdos haciendo revivir el camino nos alivian la nostalgia… El viernes 28 a las seis en punto de la mañana, se abrieron las puertas de la Parroquia de la Concepción, para recibir a los peregrinos. Nuestro Parroco, D. Ángel Sánchez Solís, nos deleitó con una celebración de la palabra que insufló ánimo a los peregrinos.
Tras los rezos, Salves y vivas, casi a las siete de la mañana salimos caminando por las desiertas calles de Sevilla. Tras cruzarlas, el cuartel militar del Copero nos recibía, con el permiso correspondiente para cruzarlo. Cruzada la barca de Coria, la Hermandad del Rocío de esta localidad nos recibía con cariño, así como al poco la hermandad de Puebla del Río. La comida junto al río, en la Puebla, refrescó a los peregrinos del cansancio. Luego, junto a una larga caminata por los pinares de Aznalcázar, los árboles se abrían con su majestuosidad para la pernocta.
El sábado tras los rezos de la mañana, el Ángelus en el Quema, nos recibió Villamanrique de la Condesa. Tras dormir en los tres pinos, terrenos cedidos por la Hermandad de El Cerro, muy temprano cruzamos la Raya Real y el Ajolí bautizó a todos los nuevos peregrinos… para poco después, alcanzar la Gloria en la entrada del Santuario.
Os dejo los versos finales del pregón de este año, que definía y resumía la peregrinación… Imaginaos que es ya el Cristo de la Sed el que le habla a su Madre y os habla en este momento a vosotros….
Cuéntame cómo salieron de la Concepción
Amando unos ojos celestes,
Y a Mí crucificado en Nervión.
Cuéntame cómo caminaron,
Cómo rieron,
Cómo lloraron.
Cuéntame cómo compartieron los alimentos,
Y cómo entre todos la mesa bendijeron,
Recuérdame cómo en el Rosario,
Sus manos entrelazaron con Fe,
De cómo el que con el peso de su mochila no pudo
Y llego un hermano,
Que su peso sostuvo.
Cuéntame las noches de tentaciones,
Y de cómo resistieron con oraciones,
Dime Madre querida,
Cómo por la noche
Sueñan con ver tu Ermita.
Cuéntamelo Mamá de nuevo,
Cómo en la Raya,
Parecen mis nazarenos.
Dímelo una vez más,
Que en Ajolí,
En sus aguas,
Todos los nuevos,
Se bautizaran.
De cómo las puertas,
De tu encalada Ermita,
Chirrían para abrirse,
A mi Cruz peregrina.
¡Que ya han visto Tú cara,
Que están tocando la gloria!
Que dentro ya están
Y todos en la Misa,
Mi Cuerpo consumirán.
Dímelo una vez más
Cómo mis hermanos
Desde Nervión
Al Rocío llegarán.
Mama, dímelo otra vez,
Aunque ya no sea un niño
Cuéntamelo otra vez
Que ha soy un hombre encarnado,
En el Cristo de la Sed.
Y a vosotros os digo…
Que la llamen como la llamen,
Nunca la dejéis de querer,
Que da igual lo que os digan,
Que estos peregrinos,
Nacieron en Mi Hermandad.
Que sigan hablando,
Que opine la gente
Que Yo os digo…
¡Qué arte tuvo Sevilla
Cuando mi Madre Consolación
Os parió
Con semilla peregrina!»
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Javier de la Prida, Peregrino de Nervión