Baracoa es uno de los restaurantes más jóvenes de Nervión. Y hemos probado sus platos en este agradable rincón de San Francisco Javier.
Donde la avenida empieza a desdibujarse y algunos aún creen ver las casas del antiguo cortijo Maestrescuela se instala Baracoa, en la esquina con Carlos de Cepeda. Curiosamente tiene su cara más seductora dando a la calle y no a la avenida, y desde sus ventanales vemos un local luminoso, el verdor de las plantas y gigantescas lámparas de mimbre. Elegimos sentarnos en la terraza de la avenida que, probablemente, tenga las sillas más originales y cómodas de los bares del distrito.
Con un servicio cercano pero respetuoso y la brisa de la noche refrescándonos, decidimos empezar por una ensaladilla que ellos llaman «Esto no es una ensaladilla«. Y en realidad lo es pero no lo es. Lo es porque tiene su mayonesa y sus patatas como piedra angular, pero el cocinero decide cada día la forma en la que va a elaborarla, así que va mutando. En esta ocasión es de pollo al curry. Ya sé que muchos me diréis que eso no es una ensaladilla canónica. Pues de ahí el nombre en la carta. Fresca y muy sabrosa, con un toque picante por el curry y con abundancia de pollo, que se agradece en este tipo de platos. Un buen comienzo.
Para seguir pedimos las croquetas, que también son un buen indicador para cualquier local de barrio. Como las tienen de varios sabores, nos ponen en la mesa un surtido. Son diversas en formas también y en el tipo de rebozado. Admito que tiene hasta un toque divertido lo de ir probando y no saber lo que vas a encontrarte. Unas son de queso, otras de jamón, las más grandes y con pintas negras de chipirones en su tinta y otras de setas. Un buen popurrí de croquetas con exterior crujiente.
Pasamos a uno de los platos de la carta que más ganas teníamos de hincarle el diente: el variado de setas con salsa reducida de Pedro Ximénez y foie. Las setas están muy sabrosas, bien salteadas y caramelizadas con la salsa que las acompaña, y el foie les pone el toque potente de sabor (no es foie fresco a la plancha, sino una rebanada de foie). Solo le achacamos un exceso de ese sirope de Pedro Ximénez repartido por el plato. Menos es más.
Y para terminar, una carne. Elegimos el lomo bajo de ternera de 300 gramos para compartir, que lo pedimos hecho (perdónennos los puristas de la carne, cada uno que se coma lo que quiera y como quiera). Viene acompañado de patatas caseras cortadas a cuchillo y fritas (un punto a favor) y unos pimientitos de Padrón. La carne, con su toque de sal en escamas, está jugosa y tierna a pesar de estar bien hecha. Y es otro punto a favor que sepan clavar el punto de la carne tal y como lo hemos pedido.
Rematamos con dos postres: tarta de queso payoyo y coulant de chocolate. La tarta rica. El coulant, correcto sin más. Con la cena bien regada por cerveza y compartiendo entre cuatro nos sale por unos 22 euros por comensal. Por supuesto en la carta se nos han quedado muchísimas cosas por probar, como el bao de pollo en tres cítricos, la lasaña de carrillada, el wrap de cogollos de Tudela y adobo sevillano o el nigiri de huevo con trufa. Y, por cierto, tienen un interesante menú a buen precio a mediodía para los trabajadores de las oficinas de la zona o por si quieres darte un capricho a la hora del almuerzo.