Un vecino nos alerta de que alguien ha puesto veneno camuflado en comida de gatos en el Parque de la Ranilla. Ya hay un animal muerto.
Todo empezó el 14 de noviembre cuando una vecina comunicó que en el pipican del Parque de la Ranilla un perro se había envenenado. Esto produjo que el animal vomitara una especie de sustancia pastosa y gris. El perro es un cruce de pastor alemán con gran danés.
Este vecino -y dueño de un perro que lleva a este parque- que ha dado la voz de alarma nos cuenta que en algunas ocasiones ha encontrado comida en el pipican de La Ranilla como trozos de zanahoria, pero que por desconfianza siempre los tira a la basura. Al paso del tiempo, el perro envenenado murió tras dos semanas de tratamiento que no consiguieron salvar su vida.
Según este vecino, en el entorno de las ruinas de la antigua cárcel, hay colonias de gatos. El veneno estaría en comida de gato que no solo se ha repartido por el pipican, sino también fuera de él. «Está en toda la zona del parque, con el consiguiente peligro para animales y también personas. Imagina un niño pequeño que ve esa comida, se cree que es una golosina y se la come», explica este vecino.
Un grupo de dueños de perros que los llevan a este parque está intentando averiguar quién ha podido echar el veneno en esta zona de paso y disfrute de muchas personas. «Si algo hay claro es que hay que tomar medidas para que esto no vuelva a ocurrir», dice este vecino, que nos cuenta que otra dueña de perro iba a ponerse en contacto con Parques y Jardines para comentarles este peligro y que se lleve a cabo una investigación.
Según este vecino, el perro fallecido estaba fuera del pipican y suelto por el parque cuando comió este alimento para gatos con veneno, cerca de la fuente más próxima a la Ronda del Tamarguillo. También explica este vecino que, al no existir cámaras en el parque, tampoco se puede saber lo que sucede en el recinto, por lo que complica la detección de la persona que ha colocado el veneno.
