La vuelta a las clases trae consigo el tomarse algo tras salir de la facultad. Pero en Ramón y Cajal toma tintes de barrilada cada noche.
Cuando cae la tarde, lo normal es que después de clase vayas al bar a tomarte algo con tus compañeros de clase. Pero en los bares que se sitúan frente a Empresariales en Ramón y Cajal ese tomarse algo se transforma en una barrilada. Si bien los veladores pueden estar en la calle hasta las 12 de la noche, no están tan cerca de las viviendas. El problema para los vecinos es la masa de gente que, al no tener mesa, se queda de pie tomando algo en los aparcamientos.
La foto que acompaña a este artículo es de ayer jueves pasadas las diez de la noche. El problema viene cuando ese ruido que se genera se alarga más allá de la medianoche, cuando los vecinos de los pisos que están sobre los numerosos bares que ocupan esta zona quieren descansar tras un día de trabajo o es hora de acostar a los niños.
Ya denunciamos que este área es una zona sensible en la que el descanso se hace difícil. Un vecino nos escribía para mandarnos un vídeo en el que se veía un auténtico botellón a las dos de la madrugada bajo su ventana. Otros, critican que no puedan descansar o estudiar -en algunos de esos pisos viven estudiantes de los campus cercanos- por el ruido que hay más allá de la medianoche. A esto se suman otras denuncias vecinales que ven cada mañana la zona que precede a estos edificios como un vertedero en el que se acumulan restos de vasos, botellas y bolsas.
Si bien a las diez de la noche puede verse como algo hasta normal, si hacemos la analogía con otros espacios de la ciudad como la Plaza del Salvador, el problema viene cuando esas cervecitas después de clase se transforman en un botellón que enturbia el descanso de los vecinos. Algo que se agrava cada fin de semana en esta y otras zonas del distrito, como en el caso de Carlos de Cepeda, donde la fiesta en la calle puede postergarse hasta las siete de la mañana.
