Belvedere no sé si es un restaurante. Tampoco si es un bar de barrio. Está en el camino de definirse, pero va dando pasos acertados.
No sé si el concepto de ‘bistró de barrio’ existe. Si no, me propongo patentarlo, porque creo que es la mejor definición que se me ocurre para definir a Belvedere, un sitio que ha abierto con ganas y fuerza en Juan de Padilla, frente al Fleming. Ayer domingo estuvimos comiendo en su terraza, y os voy a contar cuáles fueron nuestras impresiones.
La terraza es amplia, y eso es un punto a favor. Entiendo que han abierto en plena pandemia, y eso ya es un logro gigante. Pero, comparado con el salón interior, las mesas y sillas de plástico de Cruzcampo deslucen un poco, para qué engañarnos (al contrario que las mesas altas que ocupan otra zona de la terraza, que van en la línea de la decoración interior).
Arrancamos con un tapeíto del de comer con las manos. Por un lado las croquetas, que hoy son de setas y tienen un sabor intenso, un interior cremoso con muchos trozos de setas y un exterior crujiente y dorado. Nada que objetar. Sin embargo, las gyozas no dejan de ser una propuesta correcta. No son las mejores que me he comido, pero sí que cumplen lo fundamental de esta preparación: un toque algo dorado por fuera, un envoltorio muy fino y abundante relleno, en este caso de verduras y pollo. En ambos casos es de agradecer que, aunque sean medias raciones, traigan seis piezas cada una para los cuatro que somos en la mesa.
Para poner un toque refrescante, pedimos una ensalada. Elegimos la de burrata, salmón ahumado, rúcula, pétalos de tomate y naranja. La combinación puede parecer un poco marciana quizá, pero la verdad es que está deliciosa. Es una ensalada que podrías comerte todos los días de tu vida, con el aliño justo y ese toque medido de los gajos de la naranja que me encantó. Y una burrata cremosa que llega a la mesa entera para disfrutar del placer de romperla y desparramarla sobre la ensalada.
Tras esto, nos llaman la atención los Huevos rotos benedictinos y cebolla confitada. El plato es abundante y con unas patatas caseras bien ricas. El huevo vive a medio camino entre el huevo frito y el huevo ‘benedict’, que suele acompañarse de salsa holandesa. Y la cebolla confitada le da el toque dulce que te recuerda a una versión refinada de una tortilla de patatas con cebolla. Aún así, muy sabrosos y ricos.
Para continuar, elegimos de las carnes la carrillada al Pedro Ximénez con puré de boniatos y gratén de Payoyo. Bien por la carrillada, que está bien guisada y se deshace en hilos al hacer contacto con el tenedor. Además, tiene la salsa que tiene que tener y que hace que estas piezas de carne parezcan un bombón a la vista. El puré de boniato es un acierto, le da ese toque terroso del tubérculo y el puntito dulzón de este producto que, la verdad, no entiendo por qué no usamos más. El gratén de Payoyo, a título personal, es otra cosa. ¿Le hace falta a una carrillada un gratén de queso? Creo que por muy rico que esté el gratén (que lo está), no sé si es su lugar en este plato. Aunque soy de los que creen que un toque de queso alegra la vida, quizá aquí haya encontrado la excepción que confirma mi propia regla.
Para terminar, elegimos el arroz negro. Muy rico, bien de tinta, con los calamares en su punto y pasados previamente por el fuego para que tengan el dorado de la piel sin perder la frescura del interior. Además, aunque lo pedimos para 2 personas siendo 4, la ración es abundante y nos cuesta terminar con ella.
Por último, más que una crítica, una recomendación. Hay que entender que Sevilla no la podemos cambiar, que aquí hace tela de calor, y que a la hora de almorzar el sol que cae es de justicia. La terraza está cubierta por completo con un amplio toldo para que no te dé el sol, aunque la lona se recalienta y el calor, en cierta medida, sigue ahí. Nos dijeron que van a poner ventiladores en los laterales para mover el aire, lo que solucionará en gran medida este problema, que tampoco es que sea culpa de los de Belvedere. También puedes ir vestido más fresquito y seguro que en pantalón corto y polo casi ni te das cuenta. Hay otra opción: tienen un salón dentro con aire acondicionado. Eso sí, la terraza para las cenas tiene que ser una delicia. Probaremos en el turno de noche en otra ocasión.